SIN SECRETOS

MIGUEL SCIORILLI

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Parte de los beneficios de este libro irán destinados a la
Fundación Johan Cruyff

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Foto: Jordi Cotrina
En homenaje a Johan Cruyff, fallecido el 24 de marzo de 2016, un mes después de escribir el prólogo de este libro.
«Te estaremos eternamente agradecidos por este regalo que nos brindaste antes de irte».

Cristina Cubero
Directora Relaciones Externas Mundo Deportivo

Cuando Fernando Belasteguin confirmó que había permanecido en el número 1 mundial por nada menos que catorce años consecutivos, pensé que debía reunir a su grupo de trabajo más íntimo para recordarle que era muy grande. En esta ocasión no podía faltar el futbolista que inmortalizó el número ‘14’, Johan Cruyff, quien después de ser un grandísimo jugador revolucionó también como entrenador el F.C. Barcelona aportando a la historia azulgrana su primera Copa de Europa y una forma de entrenar y trabajar única. Johan había recibido el diagnóstico de un cáncer apenas unas semanas antes, pero quiso estar al lado de Belasteguín y participar de este almuerzo sorpresa que me sirvió para constatar que Bela es el líder de un equipo que cuenta con su coach particular: Miguel Sciorilli.

Miguel, o Mikel para casi todos, es el estudioso, el metódico, el tipo que guarda a buen recaudo los secretos del equipo, aunque al lado tenga a otro crack, el que domina la fórmula de la eterna juventud: Toni Martínez. Al fisioterapeuta y preparador físico de Belasteguín y Lima le basta una mirada para saber qué pasa por las mentes privilegiadas de la pareja número 1 del mundo. Desbloquea y relaja, exige y trabaja a primera hora, la única que le quedaba libre, y esta pareja de élite nunca falla. Y por eso son los más grandes.

Mikel, además, tiene en su equipo a una mujer que seguramente merecería un capítulo aparte. Hablo de Marcela Ferrari, quien mejor conoce a Bela, su sombra y quizá la persona que conozco que más admira al argentino.

En aquel encuentro para festejar el récord de este jugador fuera de serie, Johan se emocionó al felicitar a Bela. Le regaló una camiseta firmada con el número ‘14’; su camiseta, el número mágico. Abrazó a Bela ante la mirada conmovedora de sus más íntimos amigos y ese equipo de trabajo que tanto le recordó al de su ‘Dream Team’. Mikel lo observaba desde una esquina, sin querer intervenir, procesando cada instante. Ese momento valía por un entrenamiento… Pero al día siguiente tocaba levantarse antes que cualquiera porque nadie regala nada. Mucho menos a los mejores del mundo.

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Foto: Juan Carlos Morant
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Foto: Juan Carlos Morant
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PRÓLOGO JOHAN CRUYFF

Quisiera comenzar estas líneas subrayando la enorme satisfacción que sentí cuando me pidieron escribir el prólogo de este libro. Cuando me propusieron formar parte de este proyecto accedí encantado, ya que me entusiasmó la idea de que un deportista al que admiro profundamente y al que considero gran amigo mío como es Fernando Belasteguín, y su entrenador Miguel Sciorilli explicaran al mundo de una forma sincera y "sin secretos" cómo se gestiona un equipo desde las entrañas. Incluso van mucho más allá y dejan que nosotros, los lectores, conozcamos cómo se vive cuando se forma parte de un grupo de profesionales de la élite del deporte.

Lamentablemente, vivimos en una sociedad en la que solo interesa lo que se ve, el exterior de las cosas, los resultados, los éxitos. Pero pocas veces nos preguntamos cómo se experimentan esos logros desde dentro, cómo se alcanzan las grandes gestas del deporte con las que los seguidores tanto disfrutamos, cómo se superan las adversidades que dificultan el camino... Y aunque nos lo preguntemos, pocas personas se atreven a enseñarnos el interior de esta profesión con la sinceridad de la que hacen gala Bela y Sciorilli.

Me gustaría rescatar un episodio de mi biografía que tiene mucho que ver con estas reflexiones. Los seguidores recuerdan bien la primera Copa de Europa que el Fútbol Club Barcelona ganó con el mítico Dream Team, pero muy pocas personas saben todo lo que tuvimos que pasar para conseguirla. Desde los duros episodios que sucedieron en los vestuarios hasta peleas muy fuertes en los despachos, gestiones de egos que nos lo ponían todo muy difícil... Al final, lo que los espectadores quieren es que su equipo consiga títulos para poder echárselo en cara al vecino, hincha de los colores del rival, y le da igual cómo se alcanzaron esos éxitos: lo importante es engordar nuestro ego con los logros ajenos. Así es el ser humano, nos guste o no.

Mi memoria conserva perfectamente el momento en el que conocí a Bela. Me lo presentaron, le estreché la mano y le miré directamente a los ojos. En aquel momento, sentí una energía muy especial, aquella que desprenden las personas que tienen las ideas muy claras, que no se dejan llevar por los cantos de sirena. No hace falta insistir en que el feeling con él fue instantáneo. A medida que lo conocí más y experimenté su enorme humildad y sus férreos valores, no tardé en ofrecerle que fuese embajador de la Fundación Johan Cruyff, ya que encarnaba a la perfección la filosofía de nuestra organización, que tanto cuidamos y a la que tantos esfuerzos dedicamos.

Poco después tuve la suerte de conocer a todo su equipo, empezando por Miguel Sciorilli, Marcela Ferrari y Toni Martínez. Esto me hizo comprender cómo era posible que un deportista consiguiera mantenerse durante catorce años consecutivos en el número 1 del mundo. Todos y cada uno de los miembros de ese equipo poseen unos valores y una humildad casi idénticos; todos mantienen un perfil muy similar y lo desarrollan en sus diferentes facetas profesionales. Y ese perfecto funcionamiento facilita que todo marche de forma impecable y que los problemas se superen en equipo, siempre sabiendo que con el apoyo de tus compañeros absolutamente todo es posible.

Cuando Bela me regaló su biografía tuve la oportunidad de enterarme de detalles de su infancia y juventud que por supuesto desconocía. Sin poder evitarlo, mi mente se trasladó a mis propios inicios, donde encontré muchas similitudes.

Nací justo después de la guerra, en 1947, un momento durísimo y muy amargo, en el que prácticamente todas las familias de mi entorno habían perdido a muchísimos seres queridos.
Era una época triste y oscura, en la que todo el mundo intentaba empezar una nueva etapa y superar todos aquellos episodios dolorosos que todavía no se habían cerrado en su memoria. Mis padres tenían una tienda de frutas y verduras, pero cuando yo tenía doce años mi padre falleció y nuestro destino cambió de la noche a la mañana. Tras quedarse viuda, mi madre no pudo hacerse cargo de la tienda y tuvo que venderla. Recuerdo aquella época como un episodio horrible de mi vida, ya que a los estragos de la guerra se le sumaba la pérdida del cabeza de familia. Mi madre tuvo que ponerse a trabajar para mantener a sus hijos y lo hizo limpiando los vestuarios del equipo de fútbol de la ciudad, el Ajax de Ámsterdam. El club estaba situado a escasos dos minutos de mi casa, apenas quinientos metros que yo transitaba a menudo para ir a verla al trabajo. Poco a poco, los jugadores me cogieron cariño y en algunas ocasiones hasta me dejaban jugar un poco con ellos, todo un sueño para un niño como yo, que amaba el fútbol y me pasaba todo el día con una pelota en los pies. Por suerte, tuve la oportunidad de jugar en las categorías inferiores del Ajax pero, por otro lado, no me gustaba que mi madre trabajara allí, no soportaba la idea de que ella tuviese que limpiar lo que nosotros ensuciábamos. Así que me prometí a mí mismo que entrenaría sin descanso para poder convertirme algún día en profesional y retirar a mi madre para que dejara de realizar esa tarea tan digna, pero que tanto esfuerzo le suponía. Después de un enorme sacrificio, a los 16 años firmé mi primer contrato profesional con el Ajax de Ámsterdam y ella pudo dejar su trabajo.

He comentado esta anécdota de mi vida porque de inmediato vi el paralelismo con la biografía de Bela. A mí me separaban dos minutos del club que me vería crecer como profesional y a él le construyeron canchas de pádel a escasos metros de su casa. ¿Acaso la vida te echa una mano para que no te desvíes de cuál ha de ser tu objetivo?

Meses atrás me brindaron la oportunidad de asistir a una fiesta sorpresa que el equipo iba a ofrecer a Bela y Pablo Lima por haber logrado convertirse en campeones del mundo. Era la primera vez que Pablo conquistaba este título, aunque no me cabe la menor duda de que repetirá esta gesta en muchas más ocasiones. Por su parte, Fernando Belasteguín también celebraba que llevaba nada menos que catorce años consecutivos siendo el mejor del mundo… Ante estas cifras, ¿qué más se puede decir? La casualidad, o la vida misma, hizo que yo tuviera la posibilidad de felicitarle por ser número 1 durante tantos años seguidos, catorce y no ninguna otra cifra. Catorce, ese número vinculado tan estrechamente a mí, que he llevado tantísimas veces en la espalda y que tanta suerte me ha proporcionado.

Que nadie piense que se trataba de una celebración por todo lo alto, con lujos y excesos. Por supuesto, esto sería del todo entendible si tenemos en cuenta la hazaña de este deportista, pero la sencillez de su equipo volvió a brillar en esta ocasión, en la que nos juntamos una quincena de amigos leales y familiares de Bela, un pequeño grupo formado por aquellos que compartimos con él su sufrimiento en los malos momentos y cuyos corazones laten con sus victorias. Allí, rodeado por aquella gente con el increíble ambiente que se respiraba, me identifiqué aún más con este equipo que es mucho más que eso: es una familia. Cada miembro mira por el otro y todos los problemas a los que han de enfrentarse se solucionan de forma conjunta. De no ser así, que no quepa duda de que hubiese sido imposible alcanzar los éxitos que han logrado y superar todas las dificultades que han sufrido (sobre todo este año, que ha sido durísimo con las lesiones de Pablo y todos los inconvenientes que éstas han conllevado).

Yo también soy una persona muy familiar. Adoro a mi gente, como también amaba a mis padres, a quienes siempre he tenido presentes y a quienes hacía partícipes de todos mis buenos momentos. A pesar de que mi padre se fue muy pronto, yo seguía hablando con él y cada vez que me enfrentaba a una decisión difícil, le preguntaba qué hacer antes de dormirme. A la mañana siguiente siempre me despertaba con las ideas claras y con una determinación en firme. Tal es así que en una ocasión quise ponerlo a prueba y le dije: “Papa yo sé que estás ahí, en algún lugar... ¿Por qué no me mandas una señal? Por ejemplo, que mañana cuando despierte mi reloj se haya parado". Pues bien, cuando abrí los ojos al día siguiente mi reloj no funcionaba. Lo llevé a un relojero y me comentó que estaba perfectamente, que no le pasaba absolutamente nada ni tenía ningún mecanismo estropeado. La siguiente mañana, el reloj volvió a pararse y decidí llevárselo de nuevo al relojero. Cuál fue nuestra sorpresa cuando estando en la misma relojería comenzó a funcionar de forma espontánea. Por supuesto, el pobre relojero jamás supo decirme qué había ocurrido con él.

De nuevo hablé con mi padre, pero esta vez para transmitirle un mensaje muy diferente: “No hace falta que me lo demuestres más, sé que estás ahí”. Y el reloj no volvió a fallar jamás. Por eso, aunque mi padre se fuera siendo yo un niño, siempre ha esdome ante cualquier adversidad y en los cruces de caminos ante los que te pone el destino.

Por todo eso aplaudo que Miguel y Bela hayan tenido la increíble idea de contar en este libro cómo han vivido y solucionado los diferentes momentos durísimos de su carrera deportiva. Sinceramente, creo que va a servir de inspiración para un gran número personas, para que entiendan que los problemas nos hacen más fuertes, que hay que afrontarlos con seguridad y con la actitud más positiva posible.

Como sabéis, ahora mismo me encuentro jugando uno de los partidos más duros de mi vida contra un rival temible, pero al contrario de cómo me sentía cuando era jugador de fútbol, ahora estoy muy tranquilo porque he hecho todo a mi manera, porque no he dejado que nadie manejara los hilos de mi vida, porque me he equivocado mil veces pero siempre por seguir mi forma de pensar y de entender las cosas. En definitiva, porque he vivido y me siento libre.

Espero ganar este partido, pero si no lo logro me iré habiendo amado y sintiéndome amado. Y por fin podré preguntarle a mi padre cara a cara si fue él quien paró por dos veces las agujas de mi reloj.

*Johan Cruyff escribió este prólogo en febrero de 2016, un mes antes de fallecer en Barcelona tras una larga enfermedad.

AVISO A NAVEGANTES

Miguel Sciorilli:

Me gustaría comenzar este libro por el principio: desgranando el significado de su título, Sin secretos.

Y lo hago para evitar malentendidos, sobre todo los generados por aquellos que busquen en estas líneas fórmulas mágicas, dietas misteriosas o planes de entrenamientos infalibles para conseguir que un jugador de pádel se convierta de la noche a la mañana en el número 1 del mundo. A quien pretenda encontrar ese tipo de secretos le aconsejaría que no siga leyendo ni una sola página más de esta obra, ya que en ella no hallará milagros, hechizos ni ningún otro tipo de artificios.

En este libro hablaré de mi experiencia profesional durante todos estos años. Tanto en mi primera etapa con Juan Martín Díaz y Fernando Belasteguín, como en la actual, la que estoy viviendo con Bela y Pablo Lima. Soy plenamente consciente y doy gracias a la vida por ello de que he sido un privilegiado por tener la oportunidad de cruzarme en mi carrera profesional con semejantes monstruos de este deporte. Es más, de no haber sido así ni yo mismo sé qué estaría haciendo en este momento, ni si este libro vería la luz algún día.

En mi humilde opinión, nuestro secreto reside en el equipo, en nuestro capital humano, en la capacidad que Bela ha tenido siempre para rodearse de personas que, además de ser unos profesionales increíbles en su campo, han conectado con él con una afinidad maravillosa desde el primer instante.

Trabajar junto a un número 1 te obliga a estar en constante evolución, innovación y reciclaje. De hecho, olvidar este punto significaría fallarle no solo al jugador sino también a todos los que trabajan contigo. Por ese motivo, en este libro hemos querido explicar desde dentro cómo se articula nuestro equipo, qué métodos de coaching utilizamos, cómo estructuramos nuestra comunicación, cómo preparamos los campeonatos y los partidos, cómo gestionamos los problemas, las victorias, las derrotas... Y para ello hemos utilizado varios casos reales que nos han sucedido a Bela y mí en todos estos años juntos.

Los lectores encontraréis en estas páginas muchas anécdotas y explicaciones detalladas de momentos que vivimos con Juan Martín Díaz, pero no solo los buenos, sino también los amargos, las dudas, la separación de ambos jugadores. Pero, sobre todo, hemos querido poner especial énfasis en el primer año que Bela ha jugado con Pablo Lima, donde hemos vivido absolutamente de todo: cambios de pareja, lesiones graves, la creación de un equipo circunstancial con Willy Lahoz... En definitiva, momentos durísimos y momentos memorables explicados desde la perspectiva de un jugador por parte de Bela y, por otro lado, desde el enfoque del coaching por parte de un servidor. Todo ello aderezado con las inestimables aportaciones de todos los miembros de nuestro equipo.

Una vez aclarado esto, os invitamos a que os adentréis en este libro para vivir y experimentar como lectores lo que nadie ve, aquello que no sale en ningún medio de comunicación, detalles que jamás hemos explicado. Cuando lleguéis al punto final os aseguro que nos conoceréis tanto dentro como fuera de la pista, cuando no tenemos ni una pala ni una libreta en la mano, tampoco una cámara ni un micrófono delante. os abrimos las puertas de nuestra casa, para que entendáis muchísimo mejor cómo trabajamos, cómo somos y por qué hacemos lo que hacemos.

Aunque no me creáis, si sabéis leer entre líneas entenderéis perfectamente que todo lo que explicamos en este libro es, sin lugar a dudas, nuestro secreto.

INTRODUCCIÓN

Miguel Sciorilli

31 de octubre del año 2015, recinto Nad Al Sheba Sports Complex, Dubai.

Está en juego la final del Dubai Padel Master que organiza World Padel Tour.

Son las 19:30 y hace apenas cinco segundos que Fernando Belasteguín y Pablo Lima se han proclamado vencedores del torneo después de ganar a Carlos Daniel Gutiérrez y Juani Mieres por un contundente 6-1, 6-2.

Bela y Pablo se abrazan en la pista tras el difícil triunfo. Solo ellos saben el trabajo que cuesta ganar un torneo, aunque hagan que parezca fácil a quienes lo observan desde fuera de la cancha, ya que esta temporada han ganado todos los campeonatos puntuables que han disputado juntos menos el de Barcelona, del que tuvieron que retirarse por la lesión de Pablo. Contemplo emocionado esta imagen desde el banquillo. He tenido la suerte de estar ante esa misma estampa cientos de veces desde que empecé a entrenar a Bela hace doce años, pero nunca es igual, ni en los años que jugó junto a Juan Martín Díaz, ni en los dos torneos que ha disputado y ganado esta temporada junto a Willy Lahoz, después de que Pablo Lima se lesionara en el primer certamen del año, ni en los nueve torneos consecutivos que Pablo y él llevan ganados. Todas las victorias son diferentes, todas las celebraciones también lo son. Incluso el significado de cada una de ellas varía y por eso hoy estoy más emocionado que nunca: este no es un torneo cualquiera, esta no es una victoria cualquiera, este no es un abrazo más. Con el triunfo de hoy, bueno, para ser exactos ganando ayer las semifinales, Fernando Belasteguín y Pablo Lima ya se aseguraron acabar el año como pareja número 1 del mundo, Bela cumplirá catorce años consecutivos en lo más alto, de los cuales yo he sido su entrenador durante doce, formando parte de su equipo y, sobre todo, siendo su amigo, y Pablo, por fin consigue cumplir su sueño, ese que tanto se merece, ese por el que tanto ha luchado, por primera vez en su vida escala hasta lo más alto convirtiéndose así, junto a su pareja, en los reyes de este deporte.

Después de abrazarse, ambos ganadores corren a saludarse con Sanyo y Mieres, que han estado esperándoles en la red. Pasado ese momento veo a Bela salir por la puerta de la cancha y dirigirse hacia mí. Me mira directamente a los ojos y me dedica una amplia sonrisa. Algunos dicen que no soy muy expresivo, pero Bela y yo sabemos lo que pensamos solo con cruzarnos una mirada, una conexión forjada tras vivir juntos tantos momentos, buenos y malos, así que no necesito hacer grandes aspavientos para que nos entendamos. Y al llegar a mí nos fundimos en un abrazo que por sí solo explica todo lo que hay detrás de este ganador, todo lo que luchamos y trabajamos cada día el equipo al completo para que las cosas salgan bien. En ese momento se me pasan por la mente miles de sensaciones, pero ninguno de los dos pronuncia ni una palabra. Para qué hablar si nos lo estamos diciendo todo con ese gesto. En ese preciso instante, llega Pablo y se funde en un abrazo a tres bandas con nosotros. Ahora sí que me cuesta contener la emoción... ¡Qué gran persona Pablo! Es, sin duda alguna, la mejor pareja que Bela podría encontrar después de separarse del increíble jugador y amigo que es Juan Martín Díaz.

Pasan unos segundos, un espacio de tiempo breve pero intenso y cargado de significado. Nos separamos y cada uno empieza con su rutina después de cada victoria; ellos se preparan para hablar con Andrea Ballester, que los entrevistará en directo para que hagan un resumen del partido, y yo recojo mis cosas, sobre todo mis apuntes, ya que a partir de ese momento tenemos que empezar a preparar el siguiente partido. No hay tregua; no hay descanso ni relajación. Para mantenerte durante catorce años consecutivos como el número 1 del mundo has de tener diametralmente claro que el trabajo, la constancia, el sacrificio y la metodología han de ser los pilares sobre los que se asienta tu vida.

Cientos de veces me han hecho la misma pregunta durante estos años: ¿Cuál es el secreto para permanecer en el primer puesto del ránking mundial durante tanto tiempo? No sé si tendré la respuesta y, de tenerla, no creo que sirva para todo el mundo, pero lo que sí que os puedo contar en este libro es cuál es nuestra fórmula, cuál es la metodología que nos ha llevado a conseguir esta plusmarca jamás lograda antes en ningún otro deporte. Seguro que habrá otras muchas formas de trabajar y algunas de ellas serán a buen seguro mejores que la nuestra, pero en las siguientes páginas quiero compartir con todos vosotros y desde la humildad más absoluta cuál es nuestro secreto...

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Miguel contemplando el abrazo de Bela y Lima
después de la consecución de un nuevo título.
Foto de Arko Sports

BIOGRAFÍA DE MIGUEL SCIORILLI

Vaya por delante que no quiero extenderme demasiado en este capítulo; es más, yo no lo hubiese incluido en este libro, ya que creo que lo importante es la información que expondré más adelante, pero sí es cierto que mucha gente me pregunta si soy español o argentino, si vivo en Asturias o en Madrid, cómo cambié el tenis por el pádel, cómo empecé a entrenar a Bela y Juan Martín...

Son tantas las interrogantes, que al final hemos optado por añadir este escueto resumen de mi vida para que la gente entienda un poco mejor cómo llegué a ser el entrenador de la mejor pareja de pádel de todos los tiempos. Porque en ocasiones la mejor forma de entender el presente es comprender el pasado.

Nací en Olavarría, una ciudad de la provincia de Buenos Aires (Argentina), el 12 de junio de 1964. Desde bien pequeño les pedía a mis padres que me apuntaran a clases de tenis, un deporte que me fascinaba desde que apenas tuve fuerzas para sostener una raqueta. El problema es que era bastante malo, he de admitirlo. Aunque en mi ciudad llegué a jugar en primera categoría, cuando me trasladé a Mar del Plata solo alcancé la categoría intermedia. Pero esto nunca me desmoralizó, sino todo lo contrario: me encantaba aprender cada vez más de este deporte, ahondar en él aunque el nivel de conocimiento que logré nunca fuera de la mano de la habilidad y la destreza que se precisa para ser jugador profesional.

En mi juventud fui combinando el tenis y los estudios, hasta que tuve que interrumpirlo todo por el servicio militar. Precisamente estaba en la “mili” cuando recibí la mala noticia de que se murió el padre de un íntimo amigo mío, José Armendano. Él y su padre dirigían un club de tenis en olavarría llamado Loma Negra y mi amigo, al fallecer su padre, me propuso entrar como su ayudante en la escuela de tenis cuando finalizara el servicio militar.

Le dije que sí y al licenciarme de la “mili” conseguí compaginar mis estudios de Ingeniería Electromecánica con las clases de tenis que impartía en el club de mi amigo, donde entrenábamos a niños que querían competir algún día como profesionales de este deporte.

Un año más tarde cambié de club y me fui al Club Remo de Azul, donde preparé a niños que participaban en competiciones más importantes y donde tuve el placer de enseñar a chicos como Coy Marchisio, que hoy es el dueño de la reconocida marca de moda Valecuatro.

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Grupo de niños entrenado por Miguel en Argentina

Al año siguiente me fui a vivir a Mar del Plata, no por cuestiones laborales sino por mis estudios, ya que cambié la Ingeniería Electromecánica por Ingeniería Electrónica, la rama que a mí realmente me gustaba. Una vez allí, enseguida comencé a dar clases de tenis, primero en el Club del Banco de la Provincia de Buenos Aires y después en el Tenis Club Mar del Plata, donde permanecí durante varios años y donde conocí a un jovencísimo Juan Martín Díaz, al que di clases cuando aún no había cambiado el tenis por el pádel. Un tiempo y mucho trabajo después, me ascendieron a subdirector de la escuela y me propusieron por primera vez viajar con jugadores semiprofesionales de tenis que competían en otros países.

Cuando finalizó mi contrato en este club, me ficharon en otro que, además de con pistas de tenis, contaba con canchas de pádel. Recuerdo esta etapa como una época increíble: en apenas tres meses se creó una escuela de pádel de chicos provenientes de mi anterior club que sumaba más de ochenta alumnos.

Una vez más, el destino me tenía guardado otro cambio y tiempo después entré a trabajar en otro centro llamado Mi Club, donde tuve la oportunidad de entrenar a Leo Padovani y Juan Martín, quienes en aquel momento competían profesionalmente como pareja.

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Foto de Miguel y Juan en Argentina