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HarperCollins 200 años. Désde 1817.

 

Editado por Harlequin Ibérica.

Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 2006 Elizabeth Harbison

© 2017 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Un bello romance, n.º 2068 - septiembre 2017

Título original: If the Slipper Fits

Publicada originalmente por Silhouette® Books.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.:978-84-9170-088-3

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Portadilla

Créditos

Índice

Prólogo

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Epílogo

Si te ha gustado este libro…

Prólogo

 

Hace veinticinco años

 

Ten cuidado, baja despacio. Despacio –sor Gladys, asustada, intentaba convencer a una niña para que bajase con cuidado del tobogán.

Lily siempre estaba metiéndose en líos. No tenía miedo de nada. Desde que sus hermanas y ella aparecieron en la capilla contigua al orfanato Barrie fue evidente para todo el mundo que aquella niña era la líder del pequeño grupo.

Sor Gladys sabía eso cuando salió a jugar con las hermanas Tilden y otro grupo de niños al patio. Pero hacía tan buen día y llevaban semanas encerrados por culpa de la lluvia…

Fue una decisión impulsiva que ahora lamentaba. Según las normas de Virginia Porter, la directora del centro, no se podía salir al patio si no había más de un adulto por cada cinco niños. María, que había salido a comprar, podría haberle echado una mano si la hubiera esperado…

Pero los niños tenían tantas ganas de jugar que pensó que no pasaría nada por salir un rato… esto es, hasta que Dudley se cayó y se hizo un esguince en el tobillo. Sor Gladys no había estado más de un minuto de espaldas a las traviesas niñas y, en ese tiempo, Lily se había subido al tobogán mientras sus hermanas miraban.

–Despacito –insistía, sujetando las piernas de la niña para que no saliera despedida.

Le daban pánico las alturas, de modo que era la persona menos indicada para ayudar a Lily, pero era la única adulta allí. Y no podía pedirle ayuda a nadie.

Lily, mientras tanto, no mostraba la menor preocupación. Su pelo rubio brillaba bajo el sol casi como si fuera un halo, aunque no era ni mucho menos un ángel.

–Vamos, cariño –sor Gladys alargó una mano temblorosa para ayudarla a bajar–. Buena chica… así, con cuidado, sujétate con las manos.

–Lil –la llamó una de sus hermanas. Era Rose, la más juiciosa de las tres–. Bájate, Lil.

–Ya bajo –dijo Lily, impaciente.

–Cuidado –le advirtió su otra hermana, Laurel. Pero entonces algo la distrajo, como era habitual–. ¡Mira, una mariposa!

Unos segundos después, Lily estaba en el suelo y sor Gladys pudo respirar tranquila. Si Virginia Porter se enteraba de aquello…

–Espero que esto le sirva de lección –dijo una voz tras ella.

Sor Gladys se volvió para ver a la directora del centro mirándola con el ceño fruncido.

–Esto es precisamente por lo que no queremos que los niños salgan al patio sin la supervisión de varios adultos.

–Lo sé. Pero es que hacía tan buen día…

–Podría haber terminado siendo un día fatídico –Virginia tomó a la niña en brazos y la apretó contra su corazón–. Especialmente con esta niña. Ya sabe que es muy traviesa –añadió, mirando a Lily–. Tienes demasiada energía, pequeñaja. Y muy poco miedo.

Lily salió corriendo en cuanto la dejó en el suelo.

–Pero es una niña muy buena –objetó sor Gladys.

Virginia levantó una ceja.

–Muy buena y muy cabezota. Cuando quiere algo lo consigue por encima de todo. Es increíble que siempre se salga con la suya.

–¿Como cuando consiguió bajar el bote de galletas?

–Por ejemplo –sonrió Virginia–. Le dijimos que no, pero en cuanto tuvo oportunidad se subió a la estantería. Si quiere que le diga la verdad, casi la admiro por ello. Pero confío en que esa valentía no la meta en líos algún día.