JACK KIRBY

EL CUARTO DEMIURGO

José Manuel Uría

 

© 2013, Sportula, por la presente edición

© 2013, José Manuel Uría

Ilustración de portada: © 2013, Felicidad Martínez

Diseño de portada: Felicidad Martínez y Sportula

Revisión de texto: Antonio Rivas

 

SPORTULA

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CONTENIDO

 

INTRODUCCIÓN

 

EL GÉNERO KIRBY

LA GNOSIS DEL UNIVERSO MARVEL

LA CIENCIA FICCIÓN DE LOS 4 FANTÁSTICOS

LA HIPÓTESIS DE LA REALIDAD EXPANDIDA

TODO ESTÁ LLENO DE ENERGÍA CÓSMICA

EVOLUCIÓN Y RAGNARÖK

EL DIBUJANTE DE LO CÓSMICO

EL DEMIURGO DEL CUARTO MUNDO

EL GOLEM SEGÚN JACK KIRBY

OMAC: HOSTIAS Y PROSPECTIVA

GENOCIDIOS Y DESASTRES NATURALES

LA HUESTE DE LOS DIOSES ASTRONAUTAS

EL 2001 DE KIRBY

UN DEMIURGO DESENCANTADOR DE DEMIURGOS

 

AGRADECIMIENTOS

 

BIBLIOGRAFÍA

 

SOBRE EL AUTOR

 

SPORTULA


A todos aquellos que buscan la poesía del universo desvelado por la ciencia.

INTRODUCCIÓN

 

 

¿Por qué es necesario un nuevo ensayo sobre el denominado King Kirby o Rey de los cómics? ¿No han sido analizadas ya en detalle su biografía y sus importantes contribuciones en el desarrollo del cómic de superhéroes por una pléyade de críticos y especialistas? La respuesta es que al menos en lengua castellana aún existen aspectos de la obra de Kirby que no se han tratado con la extensión y el enfoque necesarios. Uno de ellos es el papel que juegan los elementos del ocultismo y lo paranormal que están presentes en su obra. No se puede entender su tratamiento de las temáticas propias de la ciencia ficción sin considerar este enfoque en el análisis de la obra de Kirby, que guarda relación con una de las características más representativas de su obra: el elemento cósmico. Pero ¿qué es realmente lo cósmico según Jack Kirby? A esta pregunta trata de responder este ensayo.

También creo que no sólo es necesario plantear un análisis de este tipo: se precisa una forma particular de abordarlo. En lengua inglesa existen ensayos sobre la importancia de los tópicos del ocultismo en la obra de Jack Kirby. El artista e historiador Christopher Knowles viene a considerar a Kirby como una especie de profeta del gnosticismo pop, y el estudioso de las religiones Jeffrey Kripal también ha escrito sobre el papel de lo paranormal en la obra de Kirby, y fundamentalmente en la génesis del universo superheroico desarrollado por éste junto con Stan Lee. Estos autores lo hacen desde el punto de vista de los creyentes en la realidad de lo paranormal, y sus argumentos son consistentes y están bien fundamentados. Pero la obra de Kirby también admite una lectura desde un punto de vista materialista.

Tanto la lectura materialista como la lectura ocultista de los cómics de Jack Kirby contienen una parte de la verdad, pero cada una de ellas, aisladamente, no puede comprehender en su totalidad una obra tan rica en matices y posibles interpretaciones como la de este autor. Ambas visiones son complementarias, por lo que bien podría aplicarse la filosofía de la complementariedad ideada por el gran físico Niels Bohr como una herramienta conceptual para abordar la obra de Kirby. Al igual que para Bohr la descripción únicamente en términos de ondas o partículas resultaría insuficiente para describir la realidad cuántica, tratar de interpretar la producción artística del Rey de los cómics desde la perspectiva puramente espiritualista o materialista no permitiría penetrar en la verdadera naturaleza de dicha obra.

Continuando con la analogía con el pensamiento de Bohr, otra cuestión importante es la indivisibilidad que se establece entre el sistema físico y el aparato de medida, como un todo indisoluble, lo que en este caso sería la interacción entre el autor y el lector de cómics. Ante un mismo texto pueden producirse diferentes reacciones de los lectores, y diferentes interpretaciones, como bien es sabido en el estudio de la literatura. Pero en un medio como el cómic, donde lo visual y la estética es tan importante, este efecto puede ser mucho mayor. De este modo, lo que un lector puede identificar como una referencia a símbolos cabalísticos otro puede creer que se trata de circuitos electrónicos. Aquí la intención del autor cuando dibujaba no es tan importante como el sistema conjunto autor-lector, y por eso es mi intención hacer énfasis sobre la lectura directa de los cómics de Kirby y la importancia del tipo de enfoque o lectura que se pretenda hacer al analizar éstos.

Esa complementariedad de enfoques de lectura estará presente en todo este ensayo, aunque mi hipótesis de trabajo es que puede ser superada de algún modo, y que lo que realmente tenemos es una dialéctica que enfrentando dos puntos de vista muy diferentes sobre cómo interpretar la naturaleza de la realidad puede dar lugar a una nueva lectura de la obra de Jack Kirby. En esta obra trataré de argumentar que esto es realmente así.

La obra de Kirby no nace de la nada: se nutre de algunos tópicos de la moderna cultura popular norteamericana y de la occidental en general. En la cultura popular moderna hay una profunda huella de las tradiciones gnóstica y hermética, aunque presentada con las formas de la ciencia ficción, pero también es evidente que el desarrollo científico de los dos últimos siglos ha contribuido a que incluso el público lego tenga una visión de la realidad inspirada por el método científico.

Se puede considerar que la obra de Kirby como parte de la cultura popular del siglo XX forma parte de un proceso de desencantamiento de los mitos, como una forma de la pérdida del sentido mágico y encantado éstos. Desde que el sociólogo Max Weber plantease en 1917 (Weber, 1958) que un efecto del conocimiento científico es un desencantamiento del mundo, ha sido un tema de estudio de algunos científicos sociales el análisis de cómo es la concepción de la ciencia por parte de la población. Es decir, determinar si realmente se produce ese desencantamiento del mundo asociado con la visión científica o por el contrario se produce un encantamiento de la propia ciencia, que es interpretada por la mayor parte de la población como una nueva forma de magia. Creo que en contra de lo que a veces se suele afirmar desde ciertos ámbitos, poco a poco la visión mágica del mundo está dando paso a una visión menos encantada de la realidad. Y al contrario de lo que sugieren autores como Kripal o Knowles, la obra de Kirby es una muestra de ello. Lo es precisamente por la presencia de elementos del pensamiento ocultista y por cómo éstos son metamorfoseados en lo más básico respecto a su tratamiento en las fuentes originales, pues no se trata de constatar únicamente que están en la forma sino cuál es fondo que hay tras ellos.

Este ensayo surge de la insistencia del dibujante y guionista Iván Olmedo; conocedor de mi interés por la relación entre la cultura popular y el pensamiento ocultista me hizo ver la importancia del análisis de la obra de Jack Kirby en este contexto. A ello se sumó el interés de Rodolfo Martínez por disponer dentro de su proyecto editorial en Sportula de un ensayo sobre la figura de Jack Kirby. Al insistirme en que profundizase en la obra de éste genial dibujante, ambos eran conscientes de que el enfoque que podría dar al análisis de su obra no sería el habitual que se suele encontrar por parte de la crítica del mundo del cómic. Es fácil dejarse llevar por el vértigo conceptual presente en los cómics del Rey y tratar de buscarle un sentido de gnosis o epifanía, como hacen algunos de los autores que he citado anteriormente. Quizá por eso, una parte de la crítica de cómic en castellano se muestra muy conservadora a la hora de tratar temas como los abordados en este ensayo y se limita a hablar un poco de la faceta cósmica de la producción de King Kirby. Pero cuando se aborda esta cuestión sin prejuicios uno puede encontrarse con algo muy distinto: un autor y dibujante que a pesar de todo no comparte la visión del mundo del ocultismo y que se aproxima mucho más de lo esperado en un principio, con una concepción estética muy particular, a la visión del mundo propia del pensamiento científico.

Este ensayo no pretende abarcar toda la producción de Jack Kirby, por otro lado muy extensa, sino solamente algunas obras que se pueden considerar como representativas y que guardan relación con la temática que aquí abordo. Aún así, constituyen una buena parte de las más conocidas por parte de los aficionados. Del mismo modo, el espacio dedicado a los cómics en cuyo seno Kirby llegó a ser el dibujante de lo cósmico es mayor que el dedicado a su última etapa.

Por otro lado, se trata de realizar un análisis conceptual de la obra de Kirby, por lo que el lector no se encontrará con un gran aparataje gráfico en este texto, como suele ser habitual cuando se analiza a un autor de cómic desde el mundo del cómic. Es fundamental que se analice el mundo del cómic también desde fuera de él y con un lenguaje y método propios del ensayo literario tradicional, lo que demuestra además la importancia del cómic no sólo como arte pictórico sino como narrativa y medio en el que expresar reflexiones filosóficas complejas. Por ello intento presentar un análisis conceptual y temático de la obra de Jack Kirby bastante ambicioso. Que haya cumplido o no con tal objetivo es algo que sólo tú, lector, podrás juzgar tras la atenta lectura de este texto.


EL GÉNERO KIRBY

 

 

El denominado Rey de los cómics nació como Jacob Kurtzberg en 1917 y murió como Jack Kirby en 1994.[i] Esta americanización de su nombre nos muestra un personaje claramente identificado con la cultura popular americana. Kurtzberg era hijo de inmigrantes judíos de origen centroeuropeo y se crió en el Lower East Side de Nueva York, lo que condicionó tanto su educación como su vida futura. Su infancia fue dura debido a las penurias económicas sufridas por la familia en un barrio habitado por las víctimas de la precariedad laboral y la pobreza, y su adolescencia coincidió con la época de la Gran Depresión, lo que influyó en su devenir personal y profesional. Nunca pudo terminar su estudios de secundaria, y menos aún ingresar en una escuela de arte profesional, por lo que su aprendizaje de los métodos y técnicas artísticas fue puramente autodidacta. Posiblemente de aquí derivase el ávido interés que mostró por las obras de divulgación científica en su edad adulta, así como las de mitología y religión. De esta ansia de conocimiento unida a la identificación con la cultura popular es posible que surgiesen las ideas más alocadas del que más tarde sería apodado por los aficionados como King Kirby, es decir, «el Rey de los cómics». Pero para que el dibujante de cómics Jacob Kurtzberg terminase siendo con el paso de los años Jack Kirby, creador de una nueva mitología contemporánea, tendrían que actuar otros catalizadores.

 

 

Un chico del Lower East Side

 

Cuando uno crecía en un barrio donde las penurias económicas y las peleas en la calle eran algo habitual, sin duda una vía de escape estaba en la imaginación, en la evasión a otros mundos maravillosos, aunque esa evasión habría de ser barata y accesible para sus bolsillos. Y el joven Kurtzberg disponía de dos de tales vías: el cine y las revistas pulp.[ii] De estas últimas, las que más le interesaban eran las de ciencia ficción, en una época en que se estaba desarrollando el moderno género de la ciencia ficción, evolucionado de los antiguos romances a tal como lo entendemos actualmente (Jiménez, 2003ª; Jiménez, 2003b). También era muy aficionado a ese tipo de revistas otro hijo de inmigrantes judíos europeos algo más joven llamado Stanley Lieber, más conocido como Stan Lee, que jugaría un papel relevante en el desarrollo de la carrera artística de nuestro protagonista.

Es obligado hablar de la relación entre la obra de Jack Kirby y la ciencia ficción, pues ésta jugó un papel fundamental en su carrera como dibujante, pero se puede decir que fue un autor que se encontró muy cómodo en todos los géneros populares. De su afición por el cine pudo surgir su interés por los géneros más característicos de la cultura popular. Y lo es cierto es que Kirby se movía como pez en el agua, como dibujante y como narrador, en casi todos los grandes géneros populares. Durante la Edad de Oro de los cómics superheroicos creó, junto con Joe Simon, a un superhéroe patriótico como el Capitán América. También junto a Simon, Kirby creó colecciones de historias románticas, del oeste, de terror y misterio, historias de gangsters y bélicas. Su aportación a las modernas historias de superhéroes en los años sesenta del pasado siglo es conocida hasta por los menos versados en el mundo del cómic. Aunque, en el fondo, su enfoque de lo superheroico siempre estuvo asociado con la ciencia ficción y sus obras más personales pertenecen a este género.

A lo largo de su larga carrera profesional participó en la elaboración de cómics como dibujante pero también como ilustrador. El estilo de dibujo de Kirby es muy característico y su trabajo influyó en muchos dibujantes contemporáneos y posteriores. Como creador de personajes también realizó importantes aportaciones, siendo uno de los grandes pilares en torno al cual se creó el moderno cómic de superhéroes, aunque sus habilidades como guionista estaban más limitadas, tal como sugieren las carencias narrativas presentes en algunas de sus obras en solitario. Lo fundamental es que Jack Kirby desarrolló toda una mitología propia que quería presentar como una moderna visión de los mitos clásicos adaptados a la cultura popular norteamericana. Una mitología con nuevos personajes y un nuevo lenguaje, pero que retomaría algunos de los arquetipos míticos del pasado.

Kirby comenzó a dibujar siendo bastante joven, y ya con 18 años tenía claro que quería trabajar en la industria del cómic. Una de las razones era que consideraba que se trataba de un arte democrático y no académico donde cualquiera con un lápiz podría dibujar.[iii] Aunque comenzó a trabajar en las tiras de prensa, finalmente terminaría por pasarse al ámbito de los comic books, y uno de sus primeros trabajos fue en la editorial que acababan de crear Jerry Iger y Will Eisner. Más adelante conoció al editor Joe Simon, y fruto de la colaboración entre ambos nacería el Capitán América. Nos encontrábamos en el inicio de la Segunda Guerra Mundial y era el momento de los héroes patrióticos y las historias de espías o comandos. El peligro del auge y las victorias militares de los seguidores del nazismo era algo que tenían muy presente muchos guionistas y dibujantes de cómic de origen judío, aún antes de que los Estados Unidos entrasen en guerra, y por tanto era frecuente encontrarse con villanos nazis en sus cómics. Simon y Kirby se encontraban entre ellos y trabajaron en varias de estas colecciones bélicas en National Periodical Publications (la futura editorial DC). Algunas de ellas, como Boy Commandos, fueron un gran éxito de ventas. Posteriormente Kirby sería enrolado y participaría en la contienda en el Frente Occidental con la difícil y muy arriesgada misión de realizar patrullas de inspección y reconocimiento, algo que fue consecuencia de sus habilidades como dibujante.

Después de concluir la guerra, Simon y Kirby seguirían colaborando tras su marcha de DC, y encontraron un filón que les reportó gran éxito: las historias románticas. Los éxitos conseguidos les animaron a crear su propio sello editorial en el cual, además de las citadas historias románticas, hubo espacio para las de gangsters o los westerns, y por supuesto las bélicas. Pero a mediados de los cincuenta, los cómics entraron en crisis, y esto puso fin a la colaboración continuada de Simon y Kirby. En esa etapa de crisis, Kirby encontraría un salvavidas en las historias de misterio, terror y, sobre todo, de ciencia ficción.

Tras una nueva temporada en DC, Kirby terminaría trabajando en el sello editorial de Martin Goodman, lo que más tarde sería Marvel. Ahí encontró un filón para desarrollar todo su talento creativo en las historias de monstruos inspiradas en la ciencia ficción cinematográfica. Aunque no muy entusiasmado al principio por desarrollar historias con monstruos de nombres tontos e impronunciables, encontró finalmente una temática que le permitió tratar con los conceptos propios de ciencia ficción que tanto le gustaban. Además, como dibujante, sin duda fue un estímulo la oportunidad de crear una gran variedad de criaturas y ambientes exóticos, algunos de los cuales pasarían a formar parte del trasfondo de las historias superheroicas dentro del Universo Marvel en años posteriores. A este respecto es importante comentar que ya en aquella época mostraba predilección por ciertos temas que luego desarrollaría en su obra en solitario de los años setenta.

El éxito de esas colecciones de monstruos e historias de ciencia ficción permitió la supervivencia del sello de Goodman. Como consecuencia de ello, el guionista y editor Stan Lee tuvo la libertad suficiente para crear algunos de los que luego serían los personajes superheroicos más famosos de Marvel. Lee y Kirby idearon en 1961 el concepto de la serie que daría lugar a la Edad de Plata de los superhéroes y el comienzo del Universo Marvel: Los 4 Fantásticos. Es la serie más emblemática de los años de la colaboración Lee-Kirby porque ambos dieron lo mejor de sí, Lee como guionista y Kirby como dibujante, y ambos se mostraron como excelentes creadores de historias y personajes. En esta época, Kirby tenía una parte más o menos activa en los procesos de creación de algunos personajes de Marvel, aunque con los que más involucrado estuvo, aparte del cuarteto de superhéroes, fue con Thor y con los Vengadores, y quizás buena parte de la personalidad de Nick Furia deba mucho a la aportación de Kirby. No obstante, siempre ha habido una controversia sobre si el papel de Kirby fue más o menos importante en la creación de los primeros personajes de Marvel (Best, 2011). Quizá con los que estuviese más identificado fuesen los ya citados 4 Fantásticos y Thor; o tal vez, más que con los personajes, con su temática. En el caso de Thor, Lee y Kirby terminarían reescribiendo la mitología nórdica en Los relatos de Asgard.

Tras algunos años en Marvel en los que alcanzó la cumbre de su creatividad artística, Kirby acabaría marchándose debido a desavenencias personales y profesionales con los editores, y recalaría en DC a comienzos de los setenta. Allí realizaría algunas colecciones muy personales en las que tendría todo el poder creativo en la construcción de la ambientación y los personajes, ocupándose tanto de la parte gráfica como de los guiones. Así surgiría El Cuarto Mundo, una especie de trasfondo mitológico en el cual Kirby pretendía establecer un nuevo panteón de dioses acordes con los cánones de la cultura popular norteamericana, en colecciones como Jimmy Olsen, Los Nuevos Dioses, Mr. Miracle y The Forever People. Se trata de la obra más personal y característica de Kirby, una combinación de mitología y ciencia ficción no exenta de un componente superheroico. Para entender a Kirby habremos de desentrañar las claves presentes en El Cuarto Mundo. En DC también trabajaría en otras colecciones como Kamandi, OMAC o Demon.

El fracaso editorial de sus colecciones en DC terminó con la marcha de Kirby, quien finalmente retornó a Marvel para dar lugar a dos colecciones de ciencia ficción donde pudo desarrollar sus ideas sobre la evolución del ser humano: Los eternos y 2001. En la primera desarrolló su propia versión de la hipótesis de los dioses astronautas de Erich von Däniken, y en la segunda va más allá de la adaptación del clásico del cine de ciencia ficción para presentar su propia visión de la evolución cósmica del ser humano. Los tópicos fundamentales de las historias de los dioses astronautas y de la historia de Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick ya pueden encontrarse en Los 4 Fantásticos de Lee-Kirby, y ciertamente no eran nuevos en la ciencia ficción que influyó a este último. Tanto en la ciencia ficción pulp como en la de era Campbell, temas como el de las hipotéticas visitas de extraterrestres en el pasado de la humanidad y las antiguas civilizaciones poseedoras de una tecnología avanzada estaban muy presentes. En esa etapa en Marvel también retomó algunos de los personajes que él había creado, como El Capitán América o Pantera Negra, además de trabajar en colecciones difíciles de clasificar como Dinosaurio diabólico.

Finalmente, Jack Kirby abandonó el mundo del cómic y durante un tiempo trabajo en el de la animación, lo que muestra otra de las constantes de su carrera, la continua adaptación a los cambios en el medio.

Este sucinto repaso de su carrera nos presenta a uno de los grandes artistas gráficos del siglo XX cuya trayectoria estuvo siempre ligada al cómic y los géneros populares. Por su identificación con lo popular, y como consecuencia del hecho de que sus obras fuesen creadas para el mero entretenimiento en general, no se ha apreciado debidamente la importancia de la poética y estética subyacentes en la obra del Rey de los cómics fuera de este ámbito. El elitismo intelectual sigue imperando en pleno siglo XXI, y por mucho que algunos filósofos pedantes y críticos culturales de prosa barroca de la posmodernidad ahora vayan por ahí reivindicando lo popular, el hecho es que siguen existiendo clases en la cultura, al igual que en el resto de ámbitos de la sociedad.

 

 

Género y figura

 

La versatilidad genérica de Kirby es relevante en la medida de que, a pesar de ella, la mayor parte de sus creaciones más emblemáticas se pueden encuadrar preferentemente dentro del género de la ciencia ficción. Algunos teóricos del cómic sugieren que las historias de superhéroes no pueden considerarse estrictamente como ciencia ficción a consecuencia de la imposibilidad científica de los poderes que algunos de estos personajes suelen poseer en los cómics, y por ello deberían considerarse más bien como pertenecientes a la fantasía. Sin embargo, la cuestión no está tan clara, y otros autores optan por plantear la necesidad de considerar al de los superhéroes como un género o subgénero independiente. Ciertamente, el cómic de superhéroes tiene suficientes características definitorias propias que no comparte con otros géneros narrativos para, al menos, plantearse esa posibilidad.

Pero eso no excluye que algunas historias de superhéroes, según el contexto, se puedan considerar como pertenecientes a la ciencia ficción, y otras, a la fantasía. Y para el caso más general, sí que podemos encontrar en el cómic de superhéroes suficientes elementos propios de la narrativa de ciencia ficción para al menos considerar que éstos pueden aspirar a ser incluidos dentro de la fantasía científica. En este subgénero se clasificarían aquellas obras en las que, si bien hay elementos fantásticos, se abordan por parte de los personajes y el lector desde una perspectiva científica (Malmgren, 1988). Además, muchas veces se parte de una visión muy restrictiva de lo que puede considerarse como ciencia ficción, como si ésta tuviese que ser una especie de exposición rigurosa de la ciencia, cuando ésta no es sino una de las posibles poéticas de la ciencia ficción (Moreno, 2013). Es decir, estaríamos hablando de los requerimientos de un subgénero de la ciencia ficción que es un género más amplio y en algunas de sus vertientes podría dar cabida a lo superheroico.

En el caso concreto de Kirby, tenemos la constante aparición de poderes psíquicos, dioses o incluso magia, pero siempre se presenta su introducción en las historias desde una perspectiva científica y siempre se busca un fundamento racional en la forma y el fondo de presentarlos. De hecho, esto ha sido una constante en Marvel, donde se ha tendido a dar una explicación de ciencia ficción a los panteones mitológicos, como los dioses olímpicos y asgardianos, o a la magia en general, y donde las colecciones dedicadas lo sobrenatural han sido encajadas (más o menos forzadamente) con el tronco fundamental del Universo Marvel. Por tanto estaríamos hablando de historias que podrían corresponderse con la ciencia ficción o la fantasía científica, pero no con la fantasía asociada con elementos sobrenaturales.

En este ámbito, las diferencias de estilo en las dos grandes editoriales del género superheroico son importantes para la caracterización de sus colecciones de superhéroes. El enfoque de Marvel siempre ha derivado más hacia la ciencia ficción, algo para lo que la labor como editores de Stan Lee y Roy Thomas fue fundamental. Por el contrario, en su competidora DC, a pesar de que también diversos guionistas han buscado trasfondos de ciencia ficción para sus historias, la fantasía y la magia siempre han estado muy presentes en sus tramas y no hay un sesgo hacia lo pseudocientífico tan claro como en el caso de Marvel. Los elementos de ciencia ficción siempre han estado presentes desde la creación de Superman por parte de Jerry Siegel y Joe Chester, y actualmente es clave en la concepción del Multiverso, con sus diferentes crisis incluidas. Pero el papel de lo mágico y sobrenatural siempre fue y sigue siendo muy grande en DC (no hay más que pensar en las colecciones más emblemáticas del sello Vértigo, o en la Edad de Oro, en personajes como el Espectro, que encarna, directamente, a la Cólera de Dios). Y por eso es significativo que cuando Kirby recaló en DC y se puso a crear su propia mitología El Cuarto Mundo, el enfoque fuese claramente de ciencia ficción; más aún considerando que tenía completa libertad creativa para desarrollar una concepción puramente mágica de los mitos y no iba a estar condicionado por la línea editorial al respecto.

Al considerar la obra de Kirby en su conjunto, nos encontramos con que una parte de ella es inequívocamente de ciencia ficción, como sucede con 2001 y Kamandi, y que algunos temas recurrentes que aparecen en estas obras de ciencia ficción también están presentes en las superheroicas, como Pantera Negra, o en las que mezclan ambos géneros, como Los eternos. Por eso, el análisis genérico de las producciones artísticas de Kirby es algo más que un juego clasificatorio, ya que muchas veces se ha sugerido que el propio Kirby puede considerarse como un género en sí mismo. Al respecto es interesante la aportación de Walsh (2006), quien enumera las características estilísticas y temáticas que permiten considerar la obra de Jack Kirby como un género per se. Lo más importante de la caracterización de Walsh frente a otras similares es que hace énfasis en que a la hora de hablar de Kirby como género hay que ir más allá de su estilo de dibujo y tener también en cuenta los aspectos temáticos de su obra. Para entender la obra del Rey hay que comprender tanto su materia como su forma.

La lista de características que enumera Walsh resulta incompleta, pues no tiene en cuenta algunas de las peculiaridades de la obra de Kirby. Por eso presento mi propia lista de elementos característicos del «género Jack Kirby» que se adapta mucho mejor las necesidades del intento de comprender cómo se puede interpretar la temática cósmica, y que en algunos puntos sí que coincide con la de Walsh, pero no en todos. La obra de Kirby resulta ser única debido a las características siguientes:

 

La abundancia de un imaginario tecnológico y mitológico, fundamentalmente en su última etapa como dibujante. Además de un dibujo muy recargado de máquinas y artefactos tecnológicos, es frecuente la aparición de elementos visuales que recuerdan al arte precolombino inca, azteca y de civilizaciones antiguas en general. La tecnología con dibujos muy recargados está presente en 2001, y la mezcla de elementos tecnológicos y arcaicos se da fundamentalmente en Los eternos y Pantera Negra.

La aparición de elementos propios de la contracultura, como las bandas de motoristas o los hippies. Kripal (2011) le da mucha importancia a esto y considera a Kirby como un autor contracultural, lo que para él implica una aceptación por parte de Kirby de algunos de los postulados del pensamiento de la contracultura. Según Rodríguez (2013), estas referencias a las bandas de motoristas podrían deberse a las experiencias propias de Kirby con estos colectivos como molestos vecinos, por lo que no habría que hacer lecturas ocultas al respecto. En cuanto a los hippies, eran en general un elemento del ambiente y es lógico que le inspirasen sus creaciones. En general, Kirby se inspiraba para la estética y aspecto de muchos de sus personajes en personajes del mundo real, tanto conocidos suyos como públicos. Por ejemplo, el aspecto del personaje de Big Barda de los Nuevos Dioses estaría inspirado en una exuberante modelo de Playboy, y su personalidad, en la de su mujer, Rosalind (Rodríguez, 2013).

Una recreación de los temas y personajes de las mitologías religiosas, pero desde una perspectiva propia de la ciencia ficción. Incluso en Los relatos de Asgard, concebidos como una adaptación de los mitos nórdicos, hay implícita una ambientación tecnológica o tecno-mágica más que genuinamente fantástica. Incluso el manejo de la magia tiene algo de tecnológico, siendo el ejemplo más característico el de las madres-caja que emplean los Nuevos Dioses: dispositivos de inteligencia artificial pero que se nutren de una fuente mística de poder. Puede decirse incluso que Kirby manifiesta un reduccionismo tecnológico en el que incluso lo mágico, lo mitológico y lo místico pueden comprenderse desde una perspectiva cientificista.

La inclusión de elementos propios de la literatura o el cine de ciencia ficción en historias no adscritas en un principio a este género. Por ejemplo, en los volúmenes dedicados a las aventuras del agente secreto Nick Furia, agente de SHIELD, en los que participó Kirby aparecen muchos más elementos propios de la ciencia ficción que de las historias de espías, más allá de los tópicos gadgets tecnológicos, como sucede en el nº 135 de Strange Tales, donde puede verse que la organización Hidra posee tecnología de platillos volantes. Por no comentar que Hidra es más una sociedad secreta que una organización criminal o de espionaje propiamente dicha. La ciencia ficción también estaría presente en la etapa de Kirby en El Capitán América en los años setenta en Marvel.

La reflexión en torno a la manipulación genética y los dilemas científicos y éticos que conlleva; de hecho, OMAC se centra en una exposición de los logros y peligros de la tecnología futura. Se trata de una serie con personajes arquetípicos y planos, pero no debería entenderse esto como una deficiencia creativa de Kirby, pues parece claro que su objetivo era el de realizar una prospectiva en la que la psicología de los personajes sería secundaria o irrelevante. La ingeniería genética y sus peligros es un tema recurrente en Los 4 Fantásticos y Jimmy Olsen.

También hay una alusión constante a la evolución entendida como un proceso físico y psíquico: evolución de los seres biológicos, de los dioses y del universo mismo. Relacionado con esto está la temática del transhumanismo, la reflexión en torno a cuál puede ser el siguiente paso en la evolución natural o artificial del ser humano. Kripal (2011) identifica la idea de la mutación como fuente de evolución o superpoderes como uno de los temas clave para una lectura ocultista de los cómics de superhéroes. La idea de evolución cósmica de la vida inteligente es fundamental tanto en Los eternos como en 2001.

Una ontología dualista como una forma de caracterizar la bondad y la maldad de los personajes. En algunas historias se hace explícita una dualidad de los conceptos contrarios a un nivel ontológico, como dos aspectos necesarios y complementarios de la realidad. No se trata del simple maniqueísmo de los cómics con buenos y malos. Por ejemplo, los mundos donde habitan los Nuevos Dioses son los dos aspectos de una misma realidad y ambos se manifiestan a partir de la misma fuente mística, origen de todas las cosas en ese universo, y no puede tenerse uno sin el otro. Son los dos aspectos de una única realidad y son complementarios entre sí. Esto no ocurre en la etapa en que Kirby colaboraba con Lee, donde vemos que este último trataba de crear personajes complejos y carismáticos como el Dr. Muerte que no encajarían en este esquema dualista por el que Kirby tenía una clara preferencia. En este personaje se aproximaría también al ocultismo, pues el dualismo es una característica de muchos cultos gnósticos de la antigüedad (Gómez de Liaño, 1998).

Los genocidios de pueblos, razas y culturas. La obra más paradigmática de Kirby sobre esta cuestión es Kamandi. Relacionado con esto se encuentra el tópico de las antiguas civilizaciones desaparecidas por cataclismos o accidentes relacionados con un mal uso de sus tecnologías. La referencia a civilizaciones desaparecidas es un tópico recurrente en la literatura fantástica desde el siglo XIX, así como en la ciencia ficción y el cine popular del XX, por eso es un tema que aparece recurrentemente en Los 4 Fantásticos y es fundamental en la trama de Los Eternos. Pero también lo es en la literatura ocultista y posiblemente su inclusión en la ciencia ficción tiene su origen en la inspiración ocultista (Stoczkowski, 1999).

La aparición recurrente de gigantes, homúnculos y criaturas insectoides. También la aparición de bestias informes, moles, androides o monstruos humanoides con textura de barro o arcilla que recuerdan al Golem de los mitos hebreos. Sobre las criaturas insectoides, Kripal (2011) trata de relacionarlas con la iconografía alienígena propia de la mitología de los platillos volantes que también habría influido en el dibujante Steve Ditko. En cuanto a la relación de esos monstruos informes con el Golem se vincularía más estrechamente con la versión de la leyenda procedente de la Cábala que con la que aporta la literatura fantástica moderna, ya que esta última es relativamente reciente y difiere considerablemente de la que se encuentra en las fuentes originales medievales (Scholem, 1960).

La mención a una energía cósmica que llena todo el espacio y que parece acumularse en torno a ciertos personajes poderosos, que puede aprovecharse mediante tecnologías avanzadas y cuya naturaleza nunca se hace explícita. A la hora de mostrar esta energía cósmica Kirby desarrolló una de sus innovaciones pictóricas más reconocidas por los lectores de cómics de superhéroes: los puntos de Kirby. La interpretación de lo que es la energía cósmica no es similar en todos los cómics y puede diferir considerablemente.

 

De la lista anterior se deduce una identificación de las características definitorias del «género Kirby» con los tópicos y temáticas de la ciencia ficción. Pero también, si se examina atentamente esta lista, se pueden observar una serie de tópicos que son frecuentes en la literatura de lo paranormal. En realidad ambas tienen mucho en común, y en los capítulos siguientes mostraré como algunos de estos tópicos tienen su origen en el gnosticismo antiguo, retomados por el ocultismo victoriano, y popularizados a través de la ciencia ficción y la literatura fantástica. Por otro lado, algunos autores clave en la difusión de las temáticas de lo paranormal eran fanáticos, en el peor sentido que se le puede dar a tal palabra, de la ciencia ficción. Tal era el caso de Jacques Bergier, coautor de uno de los libros más famosos en este ámbito y que está repleto de citas a obras y autores de terror, fantasía y ciencia ficción (Pauwels y Bergier, 1962).

Como resultado de esto, algunos autores han llegado a considerar a Jack Kirby como una especie de profeta de lo oculto. Es el caso de Kripal (2011), para quien los cómics de superhéroes constituyen una especie de meta-relato construido en torno a la idea de mutación y superpoderes. Esto significa que el énfasis habría de ponerse en el significado que éstos tienen y no tanto en su origen o realidad fáctica; aunque para quienes nos mostramos escépticos sobre la realidad de tales fenómenos, el no ignorar la importancia de que exista o no evidencia fáctica sobre ellos es fundamental para plantear cualquier reflexión seria sobre el tema. Para Kripal, la idea de Kirby sobre la evolución futura de la especie humana estaría muy próxima a la que se desprende de los clásicos del misticismo existentes en diferentes culturas. También trata de mostrar cómo una parte de su imaginario podría proceder la Cábala y otras fuentes similares. Aunque en su libro dedica mucho más espacio a autores que se identifican a sí mismos con lo oculto, como Grant Morrison o Alan Moore, Kripal considera que la contribución de Lee y Kirby en la creación del meta-relato que se construye en torno a los superhéroes es fundamental. Aunque aporta abundante evidencia a partir de la cual es posible plantearse la necesidad de efectuar una interpretación ocultista, sus conclusiones son discutibles en la medida en que muchas de ellas derivan de la interpretación que puede realizar el lector de los cómics cuando tiene una predisposición para considerar como ciertas las tesis del ocultismo. Pero un lector con otro bagaje cultural podría, y puede, llegar a conclusiones diferentes.

Pero la clave para refutar la interpretación ocultista está en el distanciamiento que Kirby muestra respecto a algo esencial en el pensamiento ocultista: el sesgo hacia la sobrenatural y lo trascendente. Aún existiendo una inspiración ocultista en los cómics de Kirby, los aparentes elementos paranormales aparecen explicados muchas veces de un modo fisicalista. Por ejemplo, en Jimmy Olsen aparece el monstruo del lago Ness, pero existe una explicación en base a una biotecnología avanzada, y el mismo monstruo se presenta como un dinosaurio que viajó en el tiempo en Pantera Negra; en Los Eternos, el Triángulo de las Bermudas se explica como la acción de los desviantes para ocultar sus actividades a los humanos. Por el contrario, los autores clave de la literatura de lo paranormal como Charles Fort o Jacques Vallée tienen un punto de vista muy diferente sobre la naturaleza o el origen de estos fenómenos, y consideran que no son meramente físicos sino que tienen una naturaleza no física y hermenéutica (Kripal, 2010; Kripal, 2011).

Una de las claves que permite diferenciar la obra de Kirby de la de otros dibujantes y guionistas es su reduccionismo tecnológico y su insistencia en mostrar un origen tecnológico de los dioses y personajes mitológicos. Donde más claramente se muestra que los poderes de los dioses no son más que una ciencia y tecnología avanzadas es en El Cuarto Mundo, pues incluso la Fuente, de naturaleza mística y la forma mediante la que se expresa la divinidad en un sentido trascendente, puede manipularse de algún modo mediante la tecnología de las madres-caja. Por otro lado, una entidad cósmica como Galactus también emplea naves espaciales y tecnología avanzada a la hora de devorar planetas.

Si Kirby realmente hubiese tenido afinidad por las tesis ocultistas debería de haber hecho lo contrario y subordinar la visión científica del mundo a la basada en la magia y lo trascendente en sus historias. Debería de haber encantado la ciencia presente en sus cómics y mostrarla como una nueva forma de magia con sus potencias y sus misterios, pero realmente no fue el caso. Incluso su creencia o no en las tesis de Erich von Däniken nunca ha estado del todo clara, y en cualquier caso, la versión del relato que presenta Kirby en su obra es completamente materialista y no es en absoluto incompatible con el conocimiento científico sobre el mundo. No implica nada sobrenatural o trascendente.

Si tuviésemos que basarnos en sus opiniones personales sobre el tema y las declaraciones de sus familiares y amigos más cercanos, en realidad la visión de Kirby de la religión aparentaba ser bastante convencional, y él mismo se consideraba como un judío medio que leía la Biblia y creía a su manera en Dios (Morrow, 1999). Según su mujer, Rosalind, era creyente aunque no muy aficionado a visitar la sinagoga, e incluso el matrimonio llego a visitar el Muro de las lamentaciones en una visita turística (Rodríguez, 2013). Ir más allá de estas apreciaciones sobre sus creencias es especular, y al hacerlo puede llegarse a conclusiones muy diferentes en función de cuál es la opinión del exégeta de turno. Es fácil caer víctima de un sesgo cognitivo que realice una proyección de las ideas del analista sobre la obra del experto, de ahí que este ensayo insista en analizar los propios cómics sin pretender ir más allá.

El origen del reduccionismo tecnológico en la obra de Kirby podría deberse a su afición temprana por la ciencia ficción y la literatura de divulgación científica. Durante la famosa polémica que se creó sobre el papel de Kirby en la génesis de lo que luego sería el Universo Marvel, éste llegó a asegurar que:

 

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