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© Editions Busquet

Título original: Les chaînes physiologiques. Tome II.

Traducción: Gemma Perramón

Revisión técnica: Léopold Busquet

Diseño cubierta: David Carretero

© 2012, Léopold Busquet

Editorial Paidotribo

www.paidotribo.com

E-mail: paidotribo@paidotribo.com

Primera edición

ISBN: 978-84-9910-164-4

ISBN EPUB: 978-84-9910-411-9

Fotocomposición: Editor Service, S.L.

A Michèle, cuyo perfecto conocimiento de las
cadenas musculares ha permitido la corrección y la
estructuración de este libro con el fin de poderlo
hacer más didáctico. Su
savoir-faire como terapeuta
y como autora constituye la base, desde hace 30
años, del desarrollo de este método.

Índice

INTRODUCCIÓN

La biomecánica de la cintura pélvica

I. La estática de la cintura pélvica

II. La movilidad de la cintura pélvica

1. La movilidad en anterioridad-posterioridad de la pelvis

La anterioridad ilíaca

La anteversión de la pelvis

La posterioridad ilíaca

La retroversión de la pelvis

La torsión de la pelvis

2. Diagnóstico de un ilíaco en rotación anterior-en rotación posterior

Examen dinámico: test de flexión de pie (TFP)

Examen estático

Valoración

3. La movilidad en apertura-cierre de la pelvis

La apertura ilíaca y el miembro inferior

La apertura de la pelvis y la columna lumbosacra

El cierre ilíaco y el miembro inferior

El cierre de la pelvis y de la columna lumbosacra

La pelvis mitad en cierre-mitad en apertura

La pelvis mitad en cierre-mitad en apertura y la columna lumbosacra

El ilíaco y los tres puntos altos

4. Las desigualdades de los miembros inferiores

Una pelvis mitad en cierre y mitad en apertura

Una pelvis en torsión

5. Diagnóstico de un ilíaco en apertura-en cierre

Tests dinámicos: tests de Downing

Tests de posicionamiento

Valoración

6. Evoluciones aportadas por el método de las cadenas fisiológicas

Las relaciones pelvis-cadenas musculares

Las relaciones pelvis-cadena visceral

7. Diagnóstico de un verdadero miembro inferior corto o de un verdadero miembro inferior largo

8. Diagnóstico de un falso miembro inferior corto o de un falso miembro inferior largo

Diagnóstico diferencial entre un verdadero miembro inferior corto y uno falso

Diagnóstico diferencial entre un verdadero miembro inferior largo y uno falso

9. En caso de desigualdad de los miembros inferiores, ¿debemos poner plantillas? ¿Qué tipo de plantillas?

En el caso de un verdadero miembro inferior corto y de un verdadero miembro inferior largo

En el caso de un falso miembro inferior corto y de un falso miembro inferior largo

La bóveda plantar y las plantillas

10. Mediciones de la longitud de los miembros inferiores

11. Las modificaciones de la amplitud de la pelvis

La fisiología de los músculos de los miembros inferiores

I. M. psoasilíaco

1. M. psoas

2. M. ilíaco

3. En caso de psoítis

4. En caso de coxartrosis

5. Influencias del psoasilíaco sobre la columna lumbar

6. Influencias del psoasilíaco sobre la coxofemoral

II. Ms. obturadores

1. M. obturador interno

2. M. obturador externo

3. Los obturadores suspensores de la pelvis

4. Las coxartrosis

III. M. cuadrado femoral

IV. M. piramidal

V. Ms. glúteos

1. M. glúteo mayor

2. M. glúteo medio

3. M. glúteo menor

VI. M. sartorio

VII. M. tensor de la fascia lata

VIII. M. recto interno

IX. Ms. aductores

1. M. aductor mayor

2. M. aductor largo

3. M. aductor corto

4. M. pectíneo

X. Ms. isquiotibiales

1. M. semimembranoso

2. M. semitendinoso

3. M. bíceps femoral

4. Síntesis

XI. M. poplíteo

XII. M. cuádriceps

1. M. recto femoral

2. M. vasto lateral y m. vasto medial

3. M. vasto intermedio

XIII. M. tríceps sural

XIV. Ms. retromaleolares externos

XV. Ms. retromaleolares internos

XVI. Ms. del compartimento anterior

XVII. Ms. del pie

1. M. extensor corto de los dedos o pedio

2. M. extensor corto del hallux

3. Ms. interóseos dorsales

4. Ms. interóseos plantares

5. Ms. lumbricales

6. M. cuadrado plantar o flexor accesorio de los dedos

7. M. flexor corto de los dedos

8. M. flexor corto del hallux

9. M. aductor del hallux

10. M. aductor oblicuo y transverso del hallux

11. M. flexor corto del quinto dedo

12. M. abductor del quinto dedo

13. M. oponente del quinto dedo

Las cadenas musculares de los miembros inferiores

I. La cadena estática

1. Objetivos de la cadena estática

2. Trayecto de la cadena estática

3. Composición de la cadena estática

II. La cadena de flexión

1. Objetivos de la cadena de flexión

2. Trayecto de la cadena de flexión

3. Composición de la cadena de flexión

4. Influencias dinámicas de la cadena de flexión

5. Influencias estáticas de la cadena de flexión

6. Influencias propioceptivas de la cadena de flexión

7. Influencias viscerales sobre la cadena de flexión

III. La cadena de extensión

1. Objetivos de la cadena de extensión

2. Trayecto de la cadena de extensión

3. Composición de la cadena de extensión

4. Influencias dinámicas de la cadena de extensión

5. Influencias estáticas de la cadena de extensión

6. Influencias propioceptivas de la cadena de extensión

7. Influencias viscerales sobre la cadena de extensión

IV. La cadena de apertura

1. Objetivos de la cadena de apertura

2. Trayecto de la cadena de apertura

3. Composición de la cadena de apertura

4. Influencias dinámicas de la cadena de apertura

5. Influencias estáticas de la cadena de apertura

6. Influencias propioceptivas de la cadena de apertura

7. Influencias viscerales sobre la cadena de apertura

V. La cadena de cierre

1. Objetivos de la cadena de cierre

2. Trayecto de la cadena de cierre

3. Composición de la cadena de cierre

4. Influencias dinámicas de la cadena de cierre

5. Influencias estáticas de la cadena de cierre

6. Influencias propioceptivas de la cadena de cierre

7. Influencias viscerales sobre la cadena de cierre

VI. El miembro inferior y las cadenas musculares

1. Complementariedad de las cadenas de flexión-extensión

2. Complementariedad de las cadenas de apertura-cierre

3. Complementariedad de todas las cadenas del miembro inferior

VII. El miembro inferior y la cadena visceral

1. En una cavidad cuando hay desplegamiento del contenido

2. En una cavidad cuando hay replegamiento del contenido

Síntesis de las cadenas

Conclusión

Bibliografía

EL CONOCIMIETO,

CUANDO NO VA ASOCIADO

A LA PERCEPCIÓN PROFUNDA,

PUEDE REPRESENTAR UNA

BARRERA PARA LA COMPRENSIÓN.

EL SABER SE CONVIERTE EN INTELIGENCIA

CUANDO SE EXPRESA POR EL “SAVOIR-FAIRE

LAS CADENAS LONGITUDINALES

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Figura 1

1

LA CADENA ESTÁTICA

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Figura 2

2

LAS CADENAS DE FLEXIÓN :

DERECHA E IZQUIERDA

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Figura 3

3

LAS CADENAS DE EXTENSIÓN :

DERECHA E IZQUIERDA

LAS CADENAS CRUZADAS

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Figura 4

4

LAS CADENAS DE CIERRE:

DERECHA E IZQUIERDA

Cadenas cruzadas anteriores del tronco

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Figura 5

5

LAS CADENAS DE APERTURA :

DERECHA E IZQUIERDA

Cadenas cruzadas posteriores del tronco

INTRODUCCIÓN

Este trabajo de desciframiento de la pelvis y de los miembros inferiores viene realizándose desde 1980. Treinta años más tarde, mirando hacia atrás, lo que me parece más importante del camino recorrido no son los textos finales que les propongo a continuación, sino el rumbo adoptado para no perderme en este descubrimiento, para no traicionar la anatomía y la fisiología, que son nuestros jueces.

Debido a mi formación como fisioterapeuta y como osteópata, en este libro encontraréis conocimientos ya propuestos por otros autores, por otros métodos, pero lo más importante de mi propuesta es, más allá de los conocimientos, realizar una lectura respetuosa del cuerpo humano que nos permita alcanzar un grado de “intimidad” y de comprensión para percibir “el lenguaje del cuerpo”.

Este modo de trabajar nos llevará a “descomponer” algunas de las teorías que nos han permitido progresar, pero que, ancladas en “la tradición”, y con el debido respeto a sus autores, llegan a ser dogmáticas y frenan nuestros progresos y el constante cuestionamiento. Debemos evitar transformarnos en “integristas”. El desarrollo de nuestra investigación debe estar basado en la comprensión. La síntesis de nuestros principios debe confirmar la coherencia del funcionamiento del cuerpo. De este modo, con el tiempo, el “permanente cuestionamiento” surge del proceso de intención de los que se liberan del orden establecido. No hay plagio, no hay finalidad egocéntrica, sino simplemente un trabajo que se establece como un eslabón adicional en la cadena de las diferentes evoluciones.

En las obras precedentes hemos descodificado las cadenas musculares del tronco.

Recordemos las diferentes cadenas del tronco:

1.   La cadena estática (fig. 1)

2.   Las cadenas de flexión: derecha e izquierda (fig. 2)

3.   Las cadenas de extensión: derecha e izquierda (fig. 3)

Éstas son las cadenas longitudinales.

4.   Las cadenas de cierre: derecha e izquierda (fig. 4)

5.   Las cadenas de apertura: derecha e izquierda (fig. 5)

Éstas son las cadenas cruzadas.

La lectura del cuerpo humano me ha hecho tomar conciencia de la existencia de una organización en cadenas. La anatomía lo muestra y lo confirma.

Las cadenas musculares son una evidencia anatómica y funcional en el tronco y presentan una secuencia lógica en los miembros inferiores.

Hay varias prioridades que se han revelado importantes:

1.   La necesidad de analizar correctamente el funcionamiento de la pelvis.

2.   La necesidad de precisar con rigor la fisiología de cada uno de los músculos del miembro inferior con el fin de poder evidenciar las cadenas musculares de dicho miembro. El funcionamiento de las cadenas es idéntico al mecanismo de un reloj. Cada engranaje debe funcionar en el sentido correcto, si no se bloquea todo el sistema.

3.   La necesidad de prolongar la influencia de las vísceras sobre las cadenas musculares de los miembros inferiores.

Este libro le propone el análisis de la pelvis y de los miembros inferiores integrado en la coherencia global de las cadenas fisiológicas, que incluyen el conjunto de las cadenas musculares pero también de la cadena visceral y de la cadena neurovascular (ver tomos 5-6-7-8).

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Figura 6
Las cadenas fisiológicas

Un análisis totalmente innovador pondrá de manifiesto las relaciones existentes entre el plano musculoesquelético y el plano visceral. Estas influencias obedecen a un programa de organización metódica, informatizable. De esta forma se irán comprendiendo los problemas de rodilla, de la bóveda plantar, las modificaciones estáticas y las desigualdades de los miembros inferiores.

El cuerpo es un organismo programado genéticamente.

Es un juego de vídeo animado por las cadenas y gobernado por el ingenio de la fisiología.

La biomecánica
de la cintura
pélvica

I. La estática de la cintura pélvica

La cintura pélvica, compuesta por los dos huesos ilíacos y por el sacro, debe cumplir dos funciones: estática y dinámica.

Para la estática, es necesario garantizar la congruencia de las tres piezas anatómicas.

Las fuerzas descendentes y ascendentes, convergentes en la pelvis, solidarizan metódicamente la cintura pélvica a nivel de las sacroilíacas y del pubis. El núcleo fibroso del pubis actúa como disco amortiguador verticali-zado.

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Figura 7

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Figura 8

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Figura 9

Para la longevidad de la biomecánica de la pelvis, es imprescindible que las fuerzas descendentes y ascendentes no interactúen de modo telescópico, que no percutan a nivel de la cintura pélvica. El “martilleo” repetitivo tendría un efecto destructivo para las articulaciones de la pelvis, especialmente para las coxofemorales. Si fuera el caso, las cabezas femorales se verían progresivamente deterioradas con aplanamiento del polo superior. Observemos el cuerpo, nos muestra soluciones ingeniosas.

   Las fuerzas descendentes llegan al 5º disco lumbar y a la base del sacro. Aumentan a este nivel la lordosis lumbar y la horizontalización del sacro, lo que proporciona un primer componente de amortiguación aprovechando la sinuosidad de la columna vertebral (fig. 10).

   Las fuerzas ascendentes llegan hasta la coxofemoral. Esta articulación, situada por delante de la sacroilíaca, provoca una rotación posterior del ilíaco por efecto de las fuerzas ascendentes (fig. 11).

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Figura 10

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Figura 11

Dado que el sacro se mueve hacia la horizontalización (por efecto de las fuerzas descendentes) y el ilíaco hacia la posterioridad (por efecto de las fuerzas ascendentes), la articulación sacroilíaca desempeña la función de una “pin-za abriente”. Con la parte baja del sacro que recula y el isquion que avanza, esta “pinza abriente” constituye el segundo componente de amortiguación (fig. 12). Del mismo modo, los ligamentos sacrotuberoso y sacroespinoso, que unen las dos ramas de la “pinza abriente”, desempeñan una función de vigilancia propioceptiva cuando se produce la separación o apertura de esta “pinza” (fig. 13). Puesto que estas estructuras conjuntivas no tienen capacidad para defenderse, van asociadas a dos “ligamentos activos”: los músculos piramidales y los coccígeos.

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Figura 12

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Figura 13

Insertándose sobre estos ligamentos y en la cara anterior del sacro, el músculo piramidal, asociado al músculo coccígeo, está perfectamente adaptado a esta función de amortiguador de la “pinza abriente” sacroilíaca (figs. 14 y 15).

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Figura 14

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Figura 15

El ingenio biomecánico de la sacroilíaca se ve completado por un sistema de suspensión formado por dos hamacas, una inferior y otra superior.

   Inferior: los obturadores con el periné.

   Superior: los piramidales.

En el capítulo siguiente se hará el correspondiente análisis.

II. La movilidad de la
cintura pélvica

Debemos plantearnos las cuestiones siguientes:

   Primera pregunta. ¿Es la movilidad la prioridad de la cintura pélvica?

Respuesta: no.

La prioridad es la coherencia de las tres piezas que la componen. No podemos permitirnos el riesgo de dislocaciones o de luxaciones de los ilíacos o del sacro. Los movimientos de la pelvis solamente pueden ser programados a partir del respeto a esta prioridad: la coherencia de la cintura pélvica.

   Segunda pregunta. En consecuencia, ¿por qué no “fabricar” una cintura pélvica en una única pieza ósea?

Respuesta: solución demasiado rígida, inadaptada.

La pelvis es una plataforma en la que convergen las fuerzas descendentes y ascendentes; si la cintura pélvica fuera una única pieza ósea, la pelvis recibiría “percusiones” constantes traumatizantes y mal absorbidas por una cintura monolítica, favoreciendo las fracturas por fatiga y la artrosis de la cadera.

   Tercera pregunta. ¿Están hechas las articulaciones sacroilíacas con la prioridad de moverse?

Respuesta: no.

En realidad desempeñan una función de junta de dilatación. Su objetivo principal es absorber las tensiones asimétricas a las que se ve sometida la pelvis, especialmente durante la marcha.

Observemos la calidad del cartílago de estas articulaciones de tipo anfiartrosis. El cartílago es irregular, costroso. Si existiera una prioridad de movimiento, el cartílago sería consecuentemente liso como en las articulaciones del tipo enartrosis, como, por ejemplo, la coxofemoral.

Las superficies articulares de las sacroilíacas pueden ser comparadas a un disco de embrague: con apoyo en el suelo, desde el momento en que se produce la propulsión, el “grip” del cartílago es necesario para aumentar la adherencia y la propulsión. La anatomía de las sacroilíacas empieza a ser más lógica cuando la integramos en un sistema antibloqueo indispensable durante la aplicación de cargas y al realizar esfuerzos (fig. 16). Este nuevo enfoque no pone en duda el “juego articular” sacroilíaco necesario para la absorción de las tensiones asimétricas generadas por el apoyo en el suelo y durante los movimientos.

Este juego articular debe ser considerado cualitativa y no cuantitativamente. Este aspecto se mostrará en el capítulo “La movilidad de la cintura pélvica”.

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Figura 16
Sistema de embrague sacroilíaco

Las sacroilíacas están hechas para “absorber” las tensiones del movimiento.

Las sacroilíacas no están hechas para “generar” los movimientos.

La pelvis genera los movimientos a partir de la coxofemoral.

La movilidad de la pelvis se realiza esencialmente a partir de las articulaciones coxofemorales y alrededor de tres ejes.

1.   Un eje horizontal-frontal, que pasa por el centro de las cabezas femorales. Alrededor de este eje se organizan la anterioridad y la pos-terioridad ilíacas o la anteversión-retroversión de la pelvis.

2.   Un eje horizontal-sagital, que pasa por el centro de cada cabeza femoral. Alrededor de este eje se organizan la aducción-abducción o la elevación-descenso lateral de la pelvis.

3.   Un eje vertical, que pasa por el centro de la cabeza femoral. Alrededor de este eje se organiza la rotación plana de la pelvis. Este movimiento, poco valorado hasta el presente, es esencial para la marcha. (ver fisiología del aductor mayor) (fig. 17).

La suma de los movimientos básicos alrededor de estos tres ejes determina la forma esférica de la cabeza femoral a nivel de su intersección. Estos movimientos se combinan durante el desplazamiento sinusoidal de la pelvis durante la marcha (fig. 18).

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Figura 17
Los ejes de la movilidad iliofemoral

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Figura 18
Movimientos del hueso ilíaco sobre el fémur

Observación práctica: para conservar la esfericidad de la cabeza femoral en el tiempo, se debe procurar mantener la completa movilidad de la pelvis en estas tres dimensiones con una amplitud total de los movimientos básicos: flexión-extensión, abducción-aducción, rotación externa-rotación interna.

Del mismo modo, hay tres ejes específicos internos en la cintura pélvica que dirigen las adaptaciones del sacro y de los ilíacos.

   Dos ejes oblicuos para la apertura-cierre de los ilíacos.

Se extienden de la articulación sacroilíaca al pubis. Cada uno de estos ejes parte de la sacroilíaca, a nivel del punto de unión del brazo menor y el brazo mayor de la superficie articular en L, y llega por delante hasta el centro del núcleo fibroso del pubis.

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Figura 19
Ejes de apertura-cierre de la pelvis

Estos dos ejes se dirigen:

   de atrás hacia delante,

   de arriba hacia abajo,

   de fuera hacia dentro hacia el eje medial

A partir del doble contacto articular, sacroilíaco-pubis, el ilíaco podrá realizar el movimiento de apertura-cierre alrededor del eje oblicuo. El sacro tiene la posibilidad de adaptarse a la apertura-cierre del ilíaco alrededor del tercer eje.

   Un eje horizontal para la verticalización-horizontalización del sacro.

Este eje pasa a nivel de S2 por detrás de la superficie articular.

Durante la apertura de la pelvis, el sacro se verticaliza alrededor de este eje.

Durante el cierre de la pelvis, el sacro se horizontaliza de forma sincrónica.

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Figura 20
Eje de movilidad sacroilíaca

Para memorizar fácilmente la apertura-cierre de la cintura pélvica, podemos tomar el ejemplo de una flor de tres pétalos (dos ilíacos y uno sacro).

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Figura 21

   si se abre: separación de las crestas ilíacas + verticalización del sacro;

   si se cierra: aproximación de las crestas ilíacas + horizontalización del sacro.

La figura 22 muestra que, en la cintura pélvica, la colocación de las articulaciones y de los ejes responde a una lógica arquitectónica que tiene por objetivo resolver los problemas de coherencia, de movilidad, de solidaridad y de ligereza para facilitar la locomoción.

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Figura 22
Ejes de movilidad de la pelvis

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Figura 23
Líneas de fuerza de la pelvis

En la arquitectura de las catedrales góticas encontramos regularmente el signo de la estrella de cinco puntas para resolver problemas similares.

La figura 24 muestra la importancia mecánica de la “zona de sustento” coxo-sacro-ilíaca” para la estática (trabéculas óseas), y también para la dinámica. En las páginas siguientes, el análisis de la movilidad de la pelvis confirma la importancia de esta zona de sustento.

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Figura 24
“Zona de sustento coxo-sacro-ilíaca”

1. La movilidad en anterioridad-posterioridad de la pelvis

En el hombre, de pie, esta movilidad se realiza a partir de la articulación coxofemoral, alrededor de un eje horizontal y frontal que pasa por el centro de la cabeza femoral.

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Figura 25
Rotación anterior. Anteversión

1.   La anterioridad ilíaca: es la rotación anterior del hueso ilíaco sobre la cabeza femoral (fig. 25).

2.   La anterioridad bilateral provocará la anteversión de la pelvis (foto 1).

3.   La posterioridad ilíaca: es la rotación posterior del hueso ilíaco sobre la cabeza femoral (fig. 26).

4.   La posterioridad bilateral provocará la retroversión de la pelvis (foto 2).

5.   La anterioridad de un ilíaco asociada a la posterioridad del otro provocará la torsión de la pelvis.

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Figura 26
Rotación posterior. Retroversión

Para comprender correctamente la torsión, observemos la figura 27.

Se nos presentan dos constataciones evidentes:

1.   La anterioridad-posterioridad no modifica la longitud de los miembros inferiores en posición de pie.

2.   En anterioridad, la cresta ilíaca está más alta.

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Figura 27
Torsión de la pelvis: diferencia de longitud a nivel de la cresta ilíaca

Primera constatación

Durante varios años adopté las teorías tradicionalmente admitidas según las cuales “la anterioridad ilíaca alarga el miembro inferior y la posterioridad lo acorta”.

Esta suposición resulta ser inexacta. Una teoría debe ser replanteada cuando no se corresponde con la realidad.

Segunda constatación

En anterioridad, la cresta ilíaca está más alta; en posterioridad, está más baja. En el transcurso del examen del paciente en bipedestación, la diferencia de altura de la cresta ilíaca no puede ser automáticamente atribuida a una diferencia de longitud de los miembros inferiores.

Es necesario comparar esta diferencia de altura de las crestas ilíacas con la altura de los bordes superiores de los trocánteres mayores.

   Primera posibilidad: hay una igualdad en la altura de los trocánteres.

   Segunda posibilidad: hay una diferencia en la altura de los trocánteres.

Antes de poder realizar un diagnóstico plausible, debemos esperar hasta que hayamos acabado el examen completo de la pelvis.

En una sección más adelante se han desarrollado nuevas propuestas con referencia a la desigualdad de los miembros inferiores que permiten hacer el diagnóstico diferencial entre una verdadera pierna corta y una falsa pierna corta.

La anterioridad ilíaca

El ala ilíaca realiza una rotación anterior alrededor de un centro: la cabeza femoral. En este movimiento de anterioridad, la porción coxo-sacro-ilíaca realiza un movimiento en arco de círculo que conduce a la articulación sa-croilíaca hacia arriba y hacia adelante.

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Figura 28
Porción coxo-sacro-ilíaca

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Figura 29
Rotación anterior de la “zona portante”

Consecuencias de la anterioridad ilíaca

1.   La espina ilíaca posterosuperior (EIPS) se dirige hacia delante y hacia arriba.

2.   La espina ilíaca anterosuperior (EIAS) se dirige hacia delante y hacia abajo.

3.   La cresta ilíaca se dirige hacia delante y hacia arriba. Este ascenso es debido a la verticalización del hueso ilíaco, especialmente a la porción coxo-sacro-ilíaca sobre la cabeza femoral.

4.   El pubis va hacia atrás y hacia abajo.

5.   El isquion va hacia atrás y hacia arriba.

6.   La articulación sacroilíaca va hacia delante y hacia arriba (fig. 31).

7.   El sacro va hacia delante, hacia arriba y se horizontaliza.

8.   La columna lumbar avanza, sube y se lordotiza. La proyección vertical de la columna lumbar disminuye (fig. 32).

9.   El apoyo discal lumbar es posterior.

10.   Los músculos
cuadrado lumbar y recto femoral forman el par activo de esta anterioridad. Se enfatizan las cadenas de extensión (fig. 33).

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Figura 30
Rotación anterior

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Figura 31
Ilíaco anterior.
Horizontalización del sacro +
lordosis + ascensión

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Figura 32
Posición del sacro respecto al suelo

La anteversión de la pelvis

Es la rotación anterior bilateral de las alas ilíacas sobre las coxofemorales.

   Se suman las influencias de los ilíacos izquierdo y derecho.

   Para llevar a cabo la anteversión de la pelvis, el individuo sobreprograma los pares musculares:

-   cuadrado lumbar (CE: cadenas de extensión del tronco);

-   rectos femorales (CE: cadenas de extensión de los miembros inferiores).

   Las cadenas de extensión están sobreprogramadas.

   La anterioridad ilíaca se integra en un movimiento global de extensión (figs. 31, 32 y 33, foto 3).

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Figura 33
Anteversión de la pelvis

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Foto 3
Sobreprogramación de la cadena de extensión

Consecuencias de la anteversión de la pelvis

   Aumenta la lordosis lumbar (fig. 31).

   Las vértebras lumbares se desplazan hacia delante, las apófisis transversas están más anteriores y la proyección vertical de la columna lumbar es más corta debido a la lordosis.

   La hiperextensión de la rodilla con un genurecurvatum es una respuesta a la sobreprogramación de la cadena de extensión (fig. 34).

   La tuberosidad tibial es utilizada como punto de relativa fijeza. Las tensiones estáticas, aumentadas a este nivel, facilitan la aparición de dolor del aparato extensor.

   Las tuberosidades tibiales se encuentran en condiciones favorables para la instalación de la enfermedad de Osgood-Schlatter (fig. 35).

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Figura 34
Recurvatum de la rodilla con anteversión de la pelvis

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Figura 35
Arrancamiento de la tuberosidad tibial en la enfermedad de Osgood-Schlatter

   A estas constantes tensiones anteriores, la rodilla añade las tensiones excéntricas posteriores de los isquiotibiales debido al ascenso del isquion (foto 3, fig. 34).

   ¡Atención! ¡No se debe calificar a este individuo de hiperlaxo! Se estaría cometiendo un error. El genurecurvatum es la consecuencia de la sobreprogramación de la cadena de extensión que posiciona los cóndilos. El tratamiento debe favorecer las posturas de relajación de los cuadrados lumbares y de los rectos femorales.

La posterioridad ilíaca

El ala ilíaca efectúa una rotación posterior alrededor de un centro: la cabe-za femoral.

En este movimiento de posterioridad, la porción coxo-sacro-ilíaca (fig. 36) efectúa un movimiento en arco de círculo que conduce a la articulación sa-croílíaca hacia abajo y hacia atrás (fig. 37).

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Figura 36
Porción coxo-sacro-ilíaca

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Figura 37
Rotación posterior de la “zona portante”

Consecuencias de la posterioridad ilíaca

1.   La espina ilíaca posterosuperior (EIPS) va hacia atrás y hacia abajo.

2.   La espina ilíaca anterosuperior (EIAS) va hacia atrás y hacia arriba.

3.   La cresta ilíaca va hacia atrás y hacia abajo. Este descenso es debido a la inclinación del hueso ilíaco, especialmente de la porción coxo-sacro-ilíaca sobre la cabeza femoral.

4.   El pubis va hacia delante y hacia arriba.

5.   El isquion va hacia delante y hacia abajo.

6.   La articulación sacroilíaca va hacia atrás y hacia abajo (fig. 39).

7.   El sacro va hacia atrás, hacia abajo y se verticaliza.

8.   La columna lumbar recula, descien-de y se deslordotiza. La proyección vertical de la columna lumbar aumenta (fig. 40).

9.   El apoyo discal lumbar es anterior.

10.   Los músculos rectos del abdomen y los isquiotibiales forman el par activo de esta posterioridad. Se enfatizan las cadenas de flexión (fig. 41).

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Figura 38
Rotación posterior

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Retroversión
Figura 39
Retroversión de la pelvis

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Figura 40
Posición del sacro respecto al suelo

La retroversión de la pelvis

Es la rotación posterior de las dos alas ilíacas sobre las coxofemorales.

   Se suman las influencias de los ilíacos izquierdo y derecho.

   Para hacer la retroversión de la pelvis, el individuo sobreprograma los pares musculares:

-   recto del abdomen (CF: cadenas de flexión del tronco).

-   isquiotibiales (CF: cadenas de flexión de los miembros inferiores).

   Las cadenas de flexión están sobreprogramadas.

   La posterioridad ilíaca se integra en un movimiento global de flexión (figs. 39, 40 y 41, foto 4).

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Figura 41
Retroversión de la pelvis

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Foto 4
Sobreprogramación de la cadena de flexión

Consecuencias de la retroversión de la pelvis

   La lordosis lumbar disminuye (fig. 39).

   Las vértebras lumbares se desplazan hacia atrás, las apófisis transversas están más posteriores y la proyección vertical de la columna lumbar es más larga debido a la deslordotización.

   Aumenta el flexum de rodilla durante el test de flexión en posición de bipedestación debido a la sobreprogramación de las cadenas de flexión (foto 4).

La torsión de la pelvis

Tomemos el ejemplo de una torsión con un ilíaco izquierdo anterior y un ilíaco derecho posterior.

La figura 42 representa la vista posterior de una pelvis en anteversión y de una pelvis en retroversión.

En torsión, será necesario combinar influencias opuestas:

   de una hemipelvis izquierda en anteversión = rotación anterior y

   de una hemipelvis derecha en retroversión = rotación posterior.

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Figura 42
Pelvis en anteversión y pelvis en retroversión

La figura 43 muestra la yuxtaposición teórica de las dos influencias. La incoherencia del esquema a nivel del sacro evidencia que, para poderse adaptar, esta pieza ósea debe contar con su plasticidad en los tres planos del espacio y ser capaz de deformarse en torsión. Las articulaciones sacroilíacas y el pubis participan igualmente en la torsión de la cintura pélvica.

Para seguir la lógica de este esquema de torsión, procedamos como en informática: hemos entrado todos los parámetros detallados referentes a la anteversión y a la retroversión en la memoria del programa.

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Figura 43
Hemipelvis izquierda en anteversión. Hemipelvis derecha en retroversión.

La respuesta para la torsión se desprende de estos elementos memorizados. Cada uno de los puntos de referencia tiene una balística determinada. Y de esta forma nos aparece el resultado estático (fig. 44).

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Figura 44

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La torsión de la pelvis y del sacro

Entre los dos huesos ilíacos, el sacro debe adaptarse a esta torsión de la pelvis en los tres planos del espacio.

En el plano horizontal

La articulación sacroilíaca avanza en la izquierda y recula en la derecha:

-   a la izquierda: la base del sacro va hacia delante;

hacia atrás.