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LA PEREGRINA

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EL VIAJE DE CRISTIANA Y SUS HIJOS

A LA CIUDAD CELESTIAL

BAJO EL SÍMIL DE UN SUEÑO

JUAN BUNYAN

Créditos

EDITORIAL CLIE

MCE Horeb, E. R. nº 2.910-SE/A

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA

E-mail: libros@clie.es

Internet: http://www.clie.es

LA PEREGRINA

El viaje de cristiana y sus hijos a la ciudad celestial bajo el símil de un sueño

CLÁSICOS CLIE

Copyright © 2008 por Editorial CLIE

para la presente versión española

Revisión y actualización del texto por Ana Romero García

Traducción de las poesías por Carlos Araujo

ISBN: 978-84-8267-642-5

Clasifíquese:

2250 - VIDA CRISTIANA:

Alegorías sobre la vida cristiana

CTC: 05-32-2250-06

Referencia: 224710

Índice

Índice

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Prólogo editorial

Vida de John Bunyan

Prólogo poético del autor

CAPÍTULO I. El autor, en su segundo sueño, se encuentra con el anciano Sagacidad y da comienzo a su relato: Cristiana, después de la muerte de su esposo, se arrepiente y recibe un mensaje divino que la llama a la vida de peregrinación.

CAPÍTULO II. Cristiana recibe la visita de dos vecinas: Temerosa y Misericordia. Temerosa trata de disuadirla de su propósito, mientras que Misericordia se decide a acompañarla.

CAPÍTULO III. Cristiana y Misericordia se dirigen a la Puerta-Estrecha, donde son bien recibidas.

CAPÍTULO IV. Los peregrinos son agasajados por el Portero. Al continuar su camino las mujeres son molestadas por dos villanos, pero oportunamente socorridas por Auxiliador.

CAPÍTULO V. Los peregrinos llegan a la casa del Intérprete y reciben importantes enseñanzas alegóricas: los peligros de la mente carnal; obtención de bendiciones sublimes inmerecidas a través de la fe; las voces de Dios; la mansedumbre; diversidad de dones y gracias; necesidad de llevar fruto; tendencias mundanas de los hipócritas.

CAPÍTULO VI. Los peregrinos reciben, en casa de Intérprete, además de su hospitalidad, otras enseñanzas y el baño de la Santificación.

CAPÍTULO VII. Cristiana y sus compañeros, en compañía de Gran-Corazón, llegan a la Cruz, donde hablan de la justificación. Ven a Simple, Pereza y Presunción colgados de una horca para escarmiento de los malhechores. Llegan al pie del collado Dificultad.

CAPÍTULO VIII. Los peregrinos suben por el collado Dificultad. Descansan en el refugio. Se encuentran con el gigante Grima, al que Gran-Corazón da muerte; y llegan al Palacio Hermoso, donde el guía los abandona.

CAPÍTULO IX. Los peregrinos son recibidos y agasajados en el Palacio Hermoso. Misericordia tiene un sueño agradable y esperanzador. Prudencia examina y educa a los niños.

CAPÍTULO X. Buen-Negocio y Misericordia no se ponen de acuerdo. La enfermedad de Mateo evidencia las consecuencias funestas de la desobediencia. Los peregrinos aprenden cosas maravillosas antes de reanudar su viaje.

CAPÍTULO XI. Los peregrinos, acompañados de Gran-Corazón, pasan felizmente por el valle de Humillación y visitan el lugar donde Cristiano se enfrentó a Apollyón.

CAPÍTULO XII. Los peregrinos se ven en serios apuros en el Valle de Sombra-de-Muerte, pero auxiliados por el Todopoderoso, salen de él sin daños. Lucha sangrienta entre Gran-Corazón y el gigante Aporreador, al que el guía termina por dar muerte.

CAPÍTULO XIII. Los peregrinos se cruzan con Integridad, quien se une al grupo proporcionándoles una agradable y provechosa compañía. Conversación sobre las dificultades y temores de Receloso, y su final feliz.

CAPÍTULO XIV. Los peregrinos analizan en su conversación la experiencia de Terco y llegan a la posada de Gayo, donde son recibidos con cariño y afecto.

CAPÍTULO XV. Gran-Corazón capitanea una expedición contra el gigante Mata-lo-Bueno. Muerte del gigante y rescate de Mente-Flaca, en cuyo ejemplo vemos el poder de la determinación y la constancia por encima de las flaquezas humanas. Encuentro con Pronto-A-Caer, que se une al grupo de peregrinos.

CAPÍTULO XVI. Los peregrinos llegan a la Feria de Vanidad, donde encuentran albergue en la casa de Mnasón y reciben muy buen trato de parte de algunos de los cristianos de la ciudad. Escaramuza con un monstruo que devastaba la comarca.

CAPÍTULO XVII. Gran-Corazón y sus acompañantes llegan a los prados deleitosos. Muerte del gigante Desesperación y demolición del castillo de la Duda. Desaliento y su hija son libertados.

CAPÍTULO XVIII. Los peregrinos llegan a las Montañas de las Delicias, donde los Pastores les dispensan un amigable recibimiento.

CAPÍTULO XIX. Encuentro con Valiente-por-la-Verdad, quien se une al grupo; su historia ejemplifica cómo un hombre puede triunfar en todas las dificultades que se le presenten.

CAPÍTULO XX. Los peregrinos pasan por Tierra-Encantada. Destino miserable de aquellos que descuidan sus obligaciones. Encuentro con Firmeza y narración de cómo alcanzó la victoria sobre las seducciones del mundo.

CAPÍTULO XXI. Los peregrinos llegan al país de Beulah y se ven rodeados de delicias. Son llamados, uno a uno, a pasar el río de la Muerte y entrar en la Ciudad Celestial.

Prólogo editorial

En su excelente y conocida obra de divulgación La cultura: todo lo que hay que saber,1 el profesor Dietrich Schwanitz incluye la obra de John Bunyan The Pilgrim’s Progress,(1678) (El Peregrino), en su relación de “libros que han cambiado el mundo”.

¿Qué hace a un prestigioso intelectual alemán del siglo XXI dar tanta importancia a un librito alegórico insignificante, escrito en el siglo XVII por el hijo de un calderero de Elstow, mientras estaba en la cárcel por desobediencia civil?

La respuesta, en parte, la encontramos en palabras de su propio autor, que al prologar la segunda parte, escrita siete años después, Christiana’s Journey, (1685) (La Peregrina), se refiere poéticamente al éxito alcanzado por su primer libro estos términos:

Tierra y mares cruzó mi Peregrino,

y no supe que fuese rechazado

en reino alguno, fuera pobre o rico,

ni en desprecio las puertas le cerraron.

En Francia y Flandes, donde están en guerra,

entró como un amigo y un hermano.

En Holanda también, según me dicen,

por muchos, más que el oro es apreciado.

Serranos e Irlandeses convinieron

en recibirlo con cordial aplauso.

En América está tan acogido

y le miran allí con tal agrado,

que lo empastan, lo pintan y embellecen,

por aumentar su conocido encanto.

En fin, que por doquiera se presente,

miles hablan y cantan alabándolo.

Si es en su patria, no sufrió mi Libro

vergüenza ni temor en ningún lado.

¡Bienvenido!, le dicen, y lo leen

en la ciudad lo mismo que en el campo.

No pueden reprimir una sonrisa

los que lo ven vender o ser llevado.

Los jóvenes lo abrazan y lo estiman

más que otras obras de mayor tamaño,

y dicen de él con júbilo: Más vale

la pata de mi alondra que un milano.

Así fue y así es. Desde el primer momento en que salió de la imprenta, The Pilgrim’s Progress se convirtió en un best-seller, hasta el punto que, a la muerte de Bunyan (1688), ya se habían publicado once ediciones y se habían vendido más de cien mil ejemplares, cifra sorprendente en aquella época.

La primera edición vio la luz en 1678, y un año después, 1679, una segunda, corregida y ampliada. A partir de aquí, se publicaron, en vida del propio Bunyan, nueve ediciones más: 1680, 1681, 1682, 1683, 1684, 1685 y 1688. La primera edición norteamericana, en la todavía denominada América Colonial, apareció tan sólo tres años después de la primera edición inglesa, en 1681. Tuvo, pues, una difusión masiva entre los puritanos y comunidades protestantes “no-conformistas” a ambos lados del Atlántico, cuyos fieles lo leían a diario junto con la Biblia y otro best-seller de la época, Foxe’s Book of Martyrs,2 una obra sobre la historia de los mártires, especialmente de la Reforma y puritanos, y que, como The Pilgrim’s Progress, iba encaminado a fortalecer la fe de los creyentes en una época de privaciones y dificultades.

Esto hizo que The Pilgrim’s Progress se convirtiera en uno de los libros más difundidos de la historia y más traducido a otros idiomas después de la Biblia, incluso a lenguas desconocidas en los días de Bunyan. Tres siglos después, el viaje de Cristiano a la Ciudad Celestial es conocido por asiáticos en el Oriente y africanos en el Occidente; por esquimales del Polo Norte y aborígenes del Pacífico Sur. Ha estado presente y disponible en las librerías, continuadamente y sin interrupciones desde su primera edición. Y existen hoy en el mercado todo tipo de ediciones: ilustradas, comentadas, infantiles o de bibliófilo, en más de doscientos idiomas.

Encuadrada en el género de la literatura alegórica y exponente tardío de lo que se conoce como devotio moderna, surgida con Thomas de Kempis y su Imitación de Cristo, la obra de Bunyan ha sido reconocida y elogiada por los eruditos de todos los tiempos como una obra maestra de la lengua inglesa, y resulta difícil que una persona educada en el mundo anglosajón no lo haya leído o la conozca al menos como referencia. Se han publicado numerosos comentarios al texto y es citado habitualmente por los grandes autores de la literatura inglesa y norteamericana, desde Samuel Johnson, que afirma en una de sus obras que: «El mérito más grande de este libro (El Peregrino) es que el hombre más cultivado no puede encontrar otra lectura más elevada para encomiar, y a la vez, un niño no encontraría nada más divertido»; pasando por Nathaniel Hawthorne en Celestial Railroad; E. E. Cummings en The Enormous Room; John Bucham en Mister Standfast e incluso Alan Moore, que incluye el personaje principal de El Peregrino, Cristiano, como miembro del grupo en la primera versión de su novela The League of Extraordinary Men.

Su impacto en el mundo del arte ha sido también enorme. Sirvió como fuente de inspiración para algunos de los artistas e ilustradores de más renombre en el mundo anglosajón de los siglos XVIII y XIX como John Flaxman, William Blake, Joseph Kyle, Henry Courtney Selous, Edward Goodall, Frederic Edwin Church, Jasper Frances Cropsey, Daniel Hunttington, Norman Rockwell, y muchos más; las pinturas y grabados que reproducen diferentes escenas del camino de Cristiano, son incontables.

Hollywood ha situado también a Cristiano en la gran pantalla en numerosas ocasiones, con estrellas de la talla de Leam Neeson (La lista de Schindler, El Reino de los Cielos), Jenny Cunningham o Tina Heath, y existen numerosas versiones en DVD.

El famoso compositor Ralph Vaughan Williams escribió en 1951 una ópera basada en el libro y titulada The Pilgrim’s Progress, estrenada en Londres el 26 de mayo de 1951, y Bob Dylan tiene un álbum titulado The Pilgrim’s Progress.

Estamos convencidos, sin embargo, que no fue únicamente esta difusión masiva y su impacto cultural lo que impulsó a Dietrich Schwanitz a incluirlo en su relación de “libros que han cambiado el mundo”. Su apreciación es bastante más profunda y va mucho más allá. Schwanitz considera que The Pilgrim’s Progress es un texto clave para entender la esencia teológica y sociológica del movimiento puritano, y con ello, las bases de la cultura anglosajona. Sin ello, afirma Schwanitz «el capitalismo sería otra cosa, Inglaterra no hubiera sido la avanzadilla de la modernización, y Estados Unidos hubiera evolucionado de otro modo». Criterio que comparte ampliamente otro peso pesado de la sociología moderna, el profesor de Harvard Samuel P. Hunttington, quien en su obra ¿Quiénes somos: los desafíos de la identidad nacional estadounidense? no duda en mencionarlo como un elemento determinante en la fundación de los Estados Unidos de América.

Los personajes centrales de Bunyan, Cristiano y Cristiana, son el más claro exponente de una nueva forma de entender la teología, y con ello, de una nueva forma de entender el mundo; establecen las bases de un nuevo modelo de sociedad.

Cristiano y Cristiana, abandonan todo lo que poseen en su Ciudad de Destrucción y emprenden su viaje hacia la Ciudad Celestial, enfrentando en el camino toda clase de peligros, hasta lograr su propósito. Con ello, cumplen dos funciones: se convierten, por un lado, en símbolo alegórico de todos aquellos peregrinos puritanos que, abandonando todo lo que poseían en su Inglaterra natal, emprendieron viaje en el Mayflower al Nuevo Mundo para establecer allí un nuevo modelo de sociedad más libre y pluralista; pero, además, definen también el nuevo modelo de relación entre el hombre y Dios surgido de la Reforma y adoptado por el protestantismo no-conformista. Un nuevo modelo soteriológico, en el que la salvación rompe su vínculo y dependencia de la Entidad eclesial como ente administrador y canal transmisor de la gracia divina, y se transforma en una relación directa y personal del hombre con Dios, entre el pecador redimido y su Redentor amante; libre de intermediarios y dependiente, única y exclusivamente, de la decisión personal de cada individuo a través de la gracia y por medio de la fe. Un modelo que, años más tarde, cristalizaría en la esencia teológica del actual movimiento evangélico.

Ese modelo soteriológico del pensamiento puritano, independiente e individualista, magistralmente descrito por Bunyan a través de sus peregrinos Cristiano y Cristiana, ha influido decisivamente en la forja del pensamiento y la cultura anglosajona, especialmente la norteamericana; donde cada cual depende de sí mismo y de su propio esfuerzo; donde cada ciudadano se siente peregrino y vive la angustia de progresar, consciente de que puede alcanzar todo aquello que se proponga, si está dispuesto a luchar por ello con todas sus fuerzas hasta alcanzar la meta.

Bunyan, con sus personajes, no hizo más que describir simbólicamente las diferencias, bien marcadas, que a partir de la Reforma protestante del siglo XVI han delimitado a las dos culturas que han configurado la sociedad occidental de los últimos quinientos años: la católica romana, circunscrita mayoritariamente a los países de la ribera mediterránea y Latinoamérica; y la germánica-anglo-sajona, del Norte de Europa y los Estados Unidos. Dos modelos de sociedad muy diferentes en sus concepciones, por no decir divergentes o incluso enfrentados entre sí.

Tenemos, por un lado, el modelo de sociedad conformista fomentado por la Iglesia Católica Romana, aliada -hasta bien entrado el siglo XX- de sistemas políticos absolutistas y propensa a mantener las diferencias de clases. Un modelo que, si bien por un lado aplastaba las legítimas aspiraciones del pueblo para autogobernarse, le compensaba, por otro lado, librándole de la angustia de tener que pensar por sí mismo. Un modelo social en el que la riqueza y el éxito se han vinculado históricamente a la herencia o a la suerte; donde el trabajo ha sido visto, tradicionalmente, como un estigma, un castigo de Dios al que se ven sometidas las clases inferiores; por lo que, el objetivo ha sido siempre tratar de evitarlo -o cuanto menos, limitarlo al mínimo exigible y necesario- lo que ha mermado sensiblemente la capacidad productiva, la competitividad y el crecimiento económico de las sociedades donde se ha impuesto.

En el otro lado, tenemos el modelo del protestantismo no-conformista: individualista, independiente, favorable a la igualdad y a la democracia, donde la riqueza y el éxito no se vinculan a la herencia o a la suerte, sino a la iniciativa privada y a la laboriosidad individual. Donde el trabajo no se ve como un castigo divino, sino todo lo contrario, como un privilegio, un don de Dios. Donde, en igualdad de oportunidades, la suerte de cada uno surge de su propio esfuerzo y productividad. Donde cada ciudadano, consciente de que su éxito o fracaso depende únicamente de sus propias decisiones, emprende su camino en solitario, como hicieran el Peregrino y la Peregrina de Bunyan, y acepta voluntariamente la angustia de progresar hasta alcanzar las metas y objetivos que se ha propuesto.

Dos modelos bien distintos de sociedad, cuyas consecuencias han sido, hasta hace muy poco, un desarrollo más rápido y un crecimiento económico más elevado en los países germánicos y anglosajones, de cultura protestante, que en los países latinos, de tradición católica. Teoría que ya desarrolló y expuso ampliamente Max Weber en su conocida obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo.

En este sentido, cabe decir que El Peregrino de John Bunyan, va más allá de ser una obra maestra de la literatura alegórica y un pilar de teología evangélica; puede calificarse, además, como pionero y precursor de los muchos libros de estímulo y motivación personal, tan apreciados y tan de moda en nuestros días.

Por todo ello, es una satisfacción para la Editorial CLIE, ofrecer a los lectores esta nueva versión actualizada de El Peregrino y La Peregrina, en las que, preservando la integridad del texto original, manteniendo la calidad y valor literario de la versión española y respetando la magistral traducción poética de Carlos Araujo, tratamos de acercar la obra inmortal de John Bunyan a los lectores del siglo XXI.

ELISEO VILA VILA

Presidente de la Editorial CLIE

ANA ROMERO GARCÍA

Revisora y actualizadora del texto.

[1] Bildung. Alles was man wissen muss, Eichborn AG, Francfort, 2002; publicada en español por Taurus/Santillana.

[2] En español El libro de los mártires, publicado también por la Editorial CLIE.

Vida de John Bunyan

JOHN BUNYAN, hijo de un calderero, nació en Elstow, cerca de Bedford, (Inglaterra) el año 1628, una época en la cual prevalecían las malas costumbres por todo el país. Su educación fue la que los pobres podían alcanzar a dar a sus hijos en aquellos días: asistió a la escuela primaria y aprendió a leer y escribir. Pero John era un muchacho rebelde, díscolo y desaplicado, y pocos de su edad le aventajaban a la hora de soltar palabrotas, mentir y blasfemar.

No obstante, sentía un profundo temor por las cosas del más allá, y parecía que el terror a lo que pudiera ser de él en la vida venidera era lo único capaz de refrenarle, pues durante el día le sobrevenían frecuentes y terroríficos presentimientos sobre la ira divina, y de noche le sobresaltaban sueños horribles. Su imaginación creaba apariciones fantasmagóricas de malos espíritus que venían para llevárselo, o le hacía creer que había llegado el día final, con todas sus terribles consecuencias.

Pero a medida que fue creciendo, su conciencia se fue endureciendo más y más, de modo que ya no bastaban sus temores para moderar su conducta. Ni tan siquiera los extraordinarios y providenciales acontecimientos que le ocurrieron en sus años jóvenes fueron suficientes para conmoverle y hacerle cambiar de actitud. Dos veces estuvo a punto de morir ahogado; durante la guerra civil, en la que fue obligado a servir en el ejército, un compañero suyo, que había pedido y obtenido permiso para sustituirle en una guardia, recibió un tiro en la cabeza y murió en el acto. Pero nada de esto consiguió que variara su conducta.

No fue hasta contraer matrimonio cuando la vida de hogar comenzó a ejercer cierta influencia favorable en su conducta. La joven que tomó por esposa era muy pobre, y lo más valioso que tenía eran dos libros que su padre, hombre muy piadoso, le había dejado en herencia: Plain Man’s Pathway to Heaven, (El camino sencillo al Cielo) del puritano Arthur Dent y Practice of Piety, (La práctica de la piedad) de Lewis Bayly, libros que la señora Bunyan leía con frecuencia en compañía de su marido, aprovechando para explicarle acerca de la vida santa que su padre había llevado.

El resultado fue que Bunyan comenzó a experimentar un vivo deseo de reformarse, y así lo hizo; aunque solamente en lo exterior, pues su corazón no experimentó cambio alguno, y su vida continuó por los mismos derroteros de pecado que hasta entonces había seguido.

Pero cierto día, un sermón que escuchó acerca del pecado de no santificar el día de reposo, le causó una fuerte impresión. Y la tarde de aquel mismo día, mientras estaba entregado a diversiones mundanas, como era su costumbre, se agolparon de pronto en su mente pensamientos terribles acerca del juicio venidero; y de pronto, imaginó oír una voz del cielo que le decía: “¿Quieres dejar tus pecados e ir al cielo, o prefieres seguir en ellos e ir al infierno?” Entonces cruzó por su conciencia, como un rayo, la convicción de que era un gran pecador; pero pensó que era ya tarde para buscar el perdón y poder ir al cielo, de modo que, frustrado, se entregó de nuevo a las diversiones, aún con mayor ahínco.

Algún tiempo después, hizo amistad con un cristiano, cuya piadosa conversación tocó de tal forma su corazón, que se sintió motivado a comenzar a leer la Biblia. En la Sagrada Escritura encontró cosas que le alarmaron, y emprendió una reforma total de su vocabulario y de su conducta; pero confiado solamente en sus propias fuerzas e ignorando el amor y la gracia de Jesucristo.

Un día, mientras paseaba por las calles de Bedford, le llamó la atención una conversación que sostenían tres mujeres piadosas, sentadas a la puerta de una casa. Se acercó, y escuchó que hablaban de Dios, de su obra en los corazones de los seres humanos y de la paz y la reconciliación, cosas que él no había conocido ni experimentado todavía. Las palabras de aquellas mujeres impactaron de tal modo en su vida que a partir de entonces abandonó la compañía de viciosos y comenzó a relacionarse únicamente con personas que, cuanto menos, tuvieran reputación de piadosos.

A partir de este momento, cabe decir que Bunyan, en paralelo a Cristiano, a su futuro personaje, emprendió su peregrinaje saliendo de la ciudad de Destrucción; pero cayó en muchos peligros y errores, hasta el punto que cabe decir que ni uno solo de los muchos temores que pueden asaltar al espíritu ansioso de salvación, dejó de inquietarle de un modo u otro en alguna ocasión. Por lo que durante largo tiempo, como Cristiano, permaneció encerrado en una jaula de hierro, privado del gozo de las promesas divinas y esperando aterrado una segura condenación. Su lucha con el Maligno recuerda claramente el combate de Cristiano y Apollyón, y a punto estuvo de sucumbir; pero como le sucediera a Cristiano, una mano misteriosa le alargó algunas hojas del árbol de la vida, que aplicadas a las heridas que había recibido en el combate, le sanaron al instante. Finalmente, la fe le llevó a la cruz de Cristo y vino a ser más que vencedor por medio de Aquél que le amó.

Poco después de esto, Bunyan hizo pública profesión de su fe y comenzó a predicar a otros la realidad del Salvador que él había encontrado.

Pero este cambio de actitud y de conducta, y más que nada su afán de comunicar a otros su hallazgo, no tardó en causarle graves problemas. Pese a que entre los años 1655 y 1660 predicó libremente y de manera constante en la vecindad de Bedford, en el último año fue arrestado y encarcelado en la prisión de Bedford, en la cual pasó doce años, exceptuando un breve intervalo de pocas semanas. Por un tiempo se afirmó que fue durante este primer y largo período de encarcelamiento en Bedford que escribió El Progreso del Peregrino, pero investigaciones más recientes han demostrado que fue durante otro encarcelamiento posterior y más breve, en el año 1676, cuando escribió la primera parte de su obra inmortal, publicada en los primeros meses del año 1678. La segunda parte no apareció hasta el año 1685.

Bunyan, aunque no era un erudito, manejaba con maestría la Biblia en la versión King James y era lector de las obras de Martín Lutero, especialmente su Comentario sobre la Epístola a los Gálatas, que leyó en inglés en la traducción de 1575 y que causó un profundo impacto en su vida. Fue un prolífico autor de otras muchas obras, aparte de El Peregrino. Otra alegoría titulada La Guerra Santa, publicada en 1682 -traducida y publicada también por CLIE al español-, que iguala a El Progreso del Peregrino en mérito literario y espiritual. Resumió también, de una manera inimitable, la historia de su vida en un libro titulado Gracia abundante para el mayor de los pecadores, digno de figurar al lado de las famosas Confesiones de San Agustín, o de las Conversaciones de sobremesa de Lutero. Y además numerosos libros, artículos, folletos y trabajos cortos.

En la cárcel, Bunyan aprendió el arte de hacer encaje de flecos largos, con lo cual ayudaba al sustento de su familia. Tras obtener su libertad, vivió una vida muy útil dedicada a la obra de Cristo, como pastor de la Congregación independiente de Bedford, como predicador itinerante y escritor. En un viaje a Londres, y debido a haber permanecido mojado, contrajo un fuerte resfriado y murió como resultado de una fiebre en la casa de un amigo en Snow Hill el 31 de agosto de 1688. Su tumba se encuentra en el cementerio de Bunhill Fields en Londres.

PRÓLOGO POÉTICO DEL AUTOR

Ve, Libro mío, dondequiera que haya

mi primer Peregrino penetrado;

llama a todas las puertas; si preguntan

¿Quién es? Di que es Cristiana sin reparo.

Entra, si lo permiten, con tus hijos,

y diles quiénes son, de do han llegado,

quizás ya por sus nombres o sus rostros

los hayan conocido; mas si acaso

no saben quiénes son, pregunta entonces

si pasó por sus casas un Cristiano.

Si te dicen que sí, que complacidos

le vieron a la gloria caminando,

sepan ahora que su esposa e hijos

buscan el cielo por los mismos pasos.

Diles que, por hacerse peregrinos,

ciudad y hogar con decisión dejaron;

que han tenido amarguras, privaciones;

que sufrieron sus pruebas y trabajos;

que han sostenido luchas con demonios

y vencieron difíciles obstáculos.

Diles de aquellos otros, que el camino

valerosos y fieles terminaron,

porque buscaban, con desprecio al mundo,

la voluntad de Dios llevar a cabo.

Diles también las cosas agradables

con que son sus disgustos compensados,

y sepan que los tiene el Rey del cielo

bajo su amor y paternal amparo.

Cuán hermosas mansiones les prepara,

mientras con vientos y olas van luchando;

cuán dulce calma gozarán por siempre,

si fueron fieles hasta el fin del tránsito.

Quizás, oh Libro mío, te reciban

como al primero, con cordial abrazo,

y gozosos te den la bienvenida,

su amor a los viadores demostrando.

OBJECIÓN I

¿Y si no me creyeran que soy tuyo?

¿Y si piensan tal vez que los engaño?

Es posible que un libro se presente

cual Peregrino, su apariencia usando,

y por el nombre y el disfraz consiga

penetrar en las casas de unos cuantos.

RESPUESTA

Falsificar mi Peregrino, es cierto,

hace ya mucho, pretendieron varios,

con mi nombre y mi título en sus libros;

mas éstos, por su estilo y por sus rasgos,

pronto dan a entender que no son míos,

sino de autores que usan nombres falsos.

Si hallas quien tal objete, tu recurso

es decir lo que dices, pues es claro

que ahora nadie emplea tu lenguaje,

ni fácilmente logrará imitarlo.

Si, con todo, persisten en la duda,

creyendo que marcháis como gitanos,

para engañar y corromper a muchos

por dondequiera que vayáis pasando,

llamadme sin tardar: yo testifico

que sois mis Peregrinos sin engaño.

OBJECIÓN II

¿Y si quizás pregunto a los que quieren

ver a mi Peregrino condenado,

o al oír mi pregunta se enfurecen

los de la casa en cuya puerta llamo?

RESPUESTA

No temas, Libro mío, esos fantasmas:

nada son, no te den temores vanos.

Tierra y mares cruzó mi Peregrino,

y no supe que fuese rechazado

en reino alguno, fuera pobre o rico,

ni en desprecio las puertas le cerraron.

En Francia y Flandes, donde están en guerra,

entró como un amigo y un hermano.

En Holanda también, según me dicen,

por muchos, más que el oro es apreciado.

Serranos e Irlandeses convinieron

en recibirlo con cordial aplauso.

En América está tan acogido

y le miran allí con tal agrado,

que lo empastan, lo pintan y embellecen,

por aumentar su conocido encanto.

En fin, que por doquiera se presente,

miles hablan y cantan alabándolo.

Si es en su patria, no sufrió mi Libro

vergüenza ni temor en ningún lado.

¡Bienvenido!, le dicen, y lo leen

en la ciudad lo mismo que en el campo.

No pueden reprimir una sonrisa

los que lo ven vender o ser llevado.

Los jóvenes lo abrazan y lo estiman

más que otras obras de mayor tamaño,

y dicen de él con júbilo: Más vale

la pata de mi alondra que un milano.

Las señoritas y las damas, todas

le muestran por igual su beneplácito,

y ocupa siempre preferente sitio

en bolsos, Corazones y en armarios;

porque a sus almas lleva sus enigmas

con tal provecho en saludables párrafos,

que compensa la pena de leerlo,

y más que el oro saben apreciarlo.

Hasta los chicos que andan por la calle,

al encontrar mi Peregrino al paso,

le saludan y alegres le despiden,

diciendo que es el mozo más simpático.

También le admiran los que no le vieron,

porque han sabido de sus hechos algo,

y lo quieren tener, porque les haga

de curiosos sucesos el relato.

Los que no lo estimaban al principio,

teniéndole por simple o insensato,

por conocerle ya, lo recomiendan,

y a los suyos lo envían de regalo.

Así, no temas, mi Segunda Parte;

alza tu frente, nadie te hará daño;

los que tienen amor a la Primera

te acogerán con gozo y entusiasmo,

por las cosas que das, útiles, buenas,

a pobres, ricos, jóvenes y ancianos.

OBJECIÓN III

Mas algunos dirán: Ríe tan fuerte,

envuelve su cabeza en tal nublado,

y son sus narraciones tan oscuras,

que no sabemos cómo interpretarlo.

RESPUESTA

Puedo pensar que risas y clamores

se advierten en sus ojos al mirarlos.

Cosas que, al parecer, mueven la risa,

un agudo dolor van ocultando.

Jacob, viendo a Raquel con sus ovejas,

la besó, y a la vez vertía llanto.

Dicen que hay una nube en su cabeza:

la ciencia así se cubre con su manto,

y estimula la mente a que descubra

lo que se puede hallar, investigándolo.

Lo que parece envuelto en frase oscura

mueve la inteligencia del cristiano,

para que estudie y saque el contenido

de lo que encierran nebulosos párrafos.

Yo sé también que símiles oscuros

no serán comprendidos sin trabajo,

pero en el alma quedarán impresos

más fácilmente que si fueran claros.

Así pues, Libro mío, ve adelante,

no pierdas ni decaiga tu buen ánimo;

no hallarás enemigos, sino amigos,

que a los viandantes abrirán los brazos.

Lo que mi Peregrino deja oculto,

tú vas, mi Peregrina, a revelarlo.

Dulce Cristiana, tú abrirás con llave

lo que dejó en encierro mi Cristiano.

OBJECIÓN IV

Mas algunos desprecian, como al polvo,

el método que vienes empleando.

Si me encuentro a los tales, ¿qué les digo?

¿debo, cual me desprecian, despreciarlos?

RESPUESTA

Cristiana mía, si a los tales hallas,

has de mostrarles el amor más santo;

no les pagues desprecio por desprecio,

dales sonrisa de su ceño en cambio.

Tal vez su condición o un mal informe,

a obrar así contigo le impulsaron.

Personas hallarás en todas partes

que tienen, en verdad, gustos bien raros;

ni a sus mismos parientes los estiman.

y menosprecian los mejores platos.

Déjalos, mi Cristiana, a su albedrío;

otros se alegrarán de haberte hallado.

No contiendas jamás; humildemente