una-semana-de-basquet.jpg

Publicado por:

www.novacasaeditorial.com

info@novacasaeditorial.com

© 2016, Carlos Alberto Felipe Martell

© 2016, de esta edición:

© 2016, del prólogo: Marco Antonio Justo Sierra

© 2016, de la introducción: Federación Canaria de Baloncesto

Editor

Joan Adell i Lavé

Coordinación

Maite Molina

Cubierta

Vasco Lopes; © iStock.com / 4x6

Maquetación

Noemí Buesule

Impresión

QP Print

Revisión

Carlos Felipe Martell

Primera edición: Abril de 2016

Depósito Legal: DL B 6824 - 2016

ISBN: 978-84-16281-54-1

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com;
91 702 19 70 / 93 272 04 47)

Carlos Alberto Felipe Martell

UNA SEMANA... ¿DE BÁSQUET?

Nova Casa Editorial

INTRODUCCIÓN
(El baloncesto en Positivo)

Estoy seguro de que nadie que lea este libro, “Una semana… ¿de básquet?”, quedará indiferente. Cada uno, padre o madre, cargo directivo de club, árbitro, jugador o entrenador, se verá reflejado o no en muchas, en algunas o en ninguna de las actitudes de los personajes ficticios de este relato; y no solo desde el baloncesto, sino desde cualquier otro deporte federado que se desarrolle en categorías base y al que se pueden extrapolar muchos de los personajes y conductas que Carlos Felipe nos relata. La competición en el deporte base, la competitividad inherente a ello en el deporte federado, es hoy un tema que a todos nos preocupa.

Nuestra Federación tiene como uno de sus pilares clave el hecho de que el Baloncesto es Positivo, desde la consideración general de que el Baloncesto es Educación. Quizá esta afirmación sea demasiado generalista e incompleta. Determinados comportamientos y actitudes, algunos como los de este relato, nos cuestionan estas afirmaciones. Estamos viviendo una época marcada por la excesiva trascendencia que al resultado se da, incluso con la presencia de la agresividad en torno a un acontecimiento deportivo: padres gritando e insultando al árbitro, o jugadores/hijos emulando la conducta de sus mayores, deportistas de élite incapaces de controlar su temperamento, etc.

Desde la Federación Canaria de Baloncesto, debemos considerar los aspectos positivos y analizar algunos negativos del baloncesto que nos ayuden a comprender su importancia para la educación y la convivencia en nuestra sociedad. Es cierto que, en sí mismo, es un deporte educativo, y que algunas actitudes y conductas no son más que un indicador de los problemas estructurales de la sociedad que estamos creando. Sin duda todos, como responsables de los jóvenes, seamos padres o madres, profesores, entrenadores, educadores, políticos, tenemos la responsabilidad de cultivar y educar las emociones y prevenir la agresividad y/o violencia. En nuestra Federación creemos que tenemos que dar un paso más y no solo prevenir estas conductas, sino promover desde el baloncesto la convivencia.

Por ello, reflexionar sobre nuestro deporte desde este relato negro que nos ofrece Carlos Felipe me parece un ejercicio muy interesante. Especialmente porque, para lo bueno y lo menos bueno, para lo positivo y para lo negativo, el baloncesto lo hacemos todos. Como bien dice Carlos, “el deporte lo inventan y lo dirigen las personas”. En las manos de todos está que en cada equipo, en cada club, en cada pabellón, en cada partido, el baloncesto sea lo positivo que todos creemos, que todos queremos, y que este sea de verdad educativo para los “peques” y jóvenes que lo disfrutan.

El baloncesto, nuestro baloncesto, es positivo si se vive en positivo.

Manuel Gómez Padilla

Presidente de la Federacion Canaria de Baloncesto

PRÓLOGO

Carlos: Marco, me gustaría que escribieras el prólogo del libro.

Yo: Yo encantado de la vida, pero ¿me podrías decir cómo se escribe un prólogo?

Así fue el inicio de esto que estoy escribiendo, y es que, a pesar de mi afición a la lectura y de los muchos prólogos que haya podido leer, no tenía ni idea de cómo hacerlo. Finalmente, entre la ayuda de Carlos y lo que me he informado a través de internet, pues aquí estamos, intentando “engañarte” desde el principio para que sigas leyendo y ahondes un poco más en lo que puede ser “Una semana ¿de básquet?”.

Es bastante paradójico que un libro como este lo escriba un padre de jugador, y el prólogo un entrenador (o por lo menos eso dice el título que me saqué en su momento); cuando termines de leerlo, posiblemente te darás cuenta de a qué me refiero. Para más inri, este entrenador ha entrenado al hijo del padre-escritor, y todo ello habiéndonos guardado el respeto a la posición de cada uno, que, aunque les parezca normal, pues, sintiéndolo mucho, no lo es.

Si has llegado hasta este párrafo puede ser por dos razones: o porque te has comprado el libro, o porque lo has visto en la estantería de la librería y haces lo que la mayoría de lectores: leer el prólogo a ver si te engancha (y, en tal caso, comprarlo). Una u otra son totalmente respetables, aunque, puestos a elegir, ¿qué mejor sensación que hacer lo mismo que estás haciendo ahora pero en el sofá de tu casa con una buena cerveza o un vaso de vino? (a poder ser de la zona de Tacoronte, que es donde reside el escritor).

Uno de los motivos que me llevó a aceptar el reto de escribir este prólogo fue la visión que tiene Carlos (como padre) de lo que cree que se debe buscar en las categorías de base: FORMAR. ¿A qué me refiero con FORMAR? Pues a llegar puntual, a esforzarse, a ser buen compañero, a no poner excusas, a querer ser el mejor pero nunca creerse el mejor, etc. Si alguna de estas actitudes se te pasó por la cabeza antes de leerlas, ya hemos dado un paso importante. Por suerte o por desgracia, en las categorías de formación se le está dando cada vez más importancia al hecho de ganar, cueste lo que cueste. Pero, claro, la gran pregunta es: ¿de quién es la culpa?; ¿sinceramente?, pues no lo sé. Entre otras cosas porque en un club la tiene el directivo, en otro el entrenador, en otro el padre o la madre y en otro el propio jugador. Y esto suele pasar, principalmente, porque cada uno mira por su beneficio y no por el del club o compañeros para el/los que trabaja o entrena. Evidentemente que a todos nos gusta ganar y ser mejor que el que tenemos delante, pero también es verdad que muchas veces somos capaces de perder el norte (sabiendo claramente que es en dirección Los Rodeos) simplemente por meter un punto más que el otro, ¡un punto! Podría estar hablando o escribiendo durante horas acerca de este tema, pero es que, si sigo, estaría escribiendo otro libro antes del libro en cuestión, y, ¡hombre!, no creo que a Carlos le haga mucha gracia.

No me creo en posesión de la verdad, ni mucho menos, pero lo que sí tengo claro es que cometí muchos errores cuando empecé a entrenar, y que ahora sería lo primero que intentaría evitar si volviese a un equipo de formación. Sí, han leído bien, admito que cometí muchos errores y no tengo ningún reparo en hacerlo, entre otras cosas porque creo que, cuando una persona llega a ese punto, es a partir de ahí cuando empezará a mejorar en todas las facetas de su vida. Lo que me gustaría transmitir con esto es que no pasa nada porque un directivo, madre, padre, entrenador o jugador dé un paso atrás y acepte que se ha metido donde no le llaman, independientemente de que todos estemos abiertos a escuchar opiniones, siempre y cuando no sean ofensivas o quieran condicionar nuestro trabajo.

Si algo he aprendido en estos últimos años ha sido intentar aumentar mi nivel de empatía. Creo que a poco que seamos capaces de ponernos en el lugar de la otra persona, también seremos capaces de llegar a entender el porqué de su comportamiento. Si yo como entrenador voy a hablar con un padre o una madre, pero antes de hacerlo he pasado por una tienda de antigüedades para comprarme una armadura de la época medieval, pues posiblemente no escucharé lo que me quiere decir ni sabré los motivos por los cuales me lo dice. De igual forma, si yo como padre, antes de ir a hablar con el entrenador, también paso por esa tienda para comprar una maza o una espada de esas que usaban en los duelos de caballeros (aunque este no lo vaya a ser precisamente), pues posiblemente tampoco llegue a escuchar lo que me quiere decir el entrenador. Piensen una cosa, todos queremos que se nos escuche, no que se nos oiga. A partir de ahí, creo que se pueden mejorar muchas cosas.

Evidentemente, a estas alturas del prólogo, mi objetivo no es que te compres el libro, porque quiero pensar que ya lo has hecho; en esta última parte simplemente me quiero centrar en transmitirte que te tomes su lectura desde un modo empático. El reto que te propongo como lector es que, a medida que vayan apareciendo personajes, te vayas poniendo en el lugar de cada uno y que cierres los ojos para intentar visualizar la situación desde ese punto de vista, e intenta sentirte como se sentiría el personaje. Después de leer esto, me imagino que lo que toca pensar es: “¡Menudo tío tarado!”. Pues sí, lo estoy un poco, como lo puede estar Carlos a la hora de haberse lanzado a la piscina y haber escrito sobre un tema que está en boca de todos pero sobre el que nadie se había atrevido a escribir. Yo siempre he pensado una cosa: todos creen que algo es una locura hasta que alguien lo hace. No sé si el libro les gustará o no, pero lo que sí creo que va a conseguir es que, por un momento, hagamos examen de conciencia desde nuestra posición en este deporte. No se sientan atacados, no creo que sea el objetivo de Carlos, todo lo contrario. Con este libro está tratando de ayudar a este deporte al que tanta gente quiere y que nos podemos cargar si nos miramos el ombligo.

Para terminar, me gustaría darle las gracias a Carlos por brindarme la oportunidad de poder contribuir, de alguna forma, a que este libro tenga una repercusión lo suficientemente importante como para que el mundo del deporte en las categorías de formación sea un poco mejor, más concretamente el baloncesto. Carlos puede escribir este libro con este fin, yo aportar mi grano de arena con el prólogo, pero el que realmente va a hacer que este libro tenga la importancia necesaria vas a ser tú. Sí, tú, el que está delante de esta hoja, sea directivo, entrenador, padre/madre o jugador, porque, sin ustedes, este deporte no tendría ningún sentido, y debemos intentar conseguir entre tod@s que ese sentido sea el más correcto posible, y que, poco a poco, vayamos sintiéndonos orgullosos de lo que aportamos para que eso suceda. ¿Sabes qué?, que estoy seguro de que lo vas a hacer, simplemente porque te gusta este deporte igual que me gusta a mí, y, si muchos lo han hecho, ¿por qué no lo vas a hacer tú?

Siempre me ha gustado terminar con una frase que pueda resumir brevemente todo lo que cuento, ya sea en un entrenamiento, en una charla o, como en este caso, en un prólogo:

“LO MÁS IMPORTANTE DE LA COMUNICACIÓN ES ESCUCHAR LO QUE NO SE DICE”

Peter Drucker

¡DISFRUTEN DEL LIBRO!

Marco Antonio Justo Sierra

Entrenador Ayudante Iberostar Tenerife ACB

AGRADECIMIENTOS

Dado que soy un escritor habitual de intriga, mi incursión en este nuevo género ha sido toda una sorpresa para mí, pero cuando esa vocecita llamada inspiración te reclama tienes que acudir a su llamada. Y aunque ese susurro haya llegado a mi cerebro en un momento concreto, sí es cierto que la base de esta inspiración tiene un recorrido histórico y se la debo al Club Baloncesto Tacoronte. Indirectamente, también a mi hijo Isaac, cómo no, por haber elegido este deporte para su formación física. Ese balcón impagable, ese palco sensitivo, cedido por el Club Baloncesto Tacoronte, me ha permitido, a lo largo de varios años, descubrir, analizar, sorprenderme, aborrecer y disfrutar de los entresijos del deporte de base. Todo un regalo de lujo que no podría valorarse económicamente.